lunes, junio 27

Cambio de tema

Todas juntas, en coro:
-¡Ya basta!

Las otras y ella, la otra, esta misma

- ¿Y que me dices de ti? -pregunta la Mujer Loba-, ¿qué has sacado en claro de tu escritura?
-¿Cómo?
- Cuestionas a otras y no preguntas por ti misma.
- ¿Te refieres a “El turno del escriba”?
- No –susurra ella, maligna-, hablo de lo tuyo: de tu propio narrador, de la que escribe ahora mismo.
- Yo soy yo –aseguro.
- Y, entonces, ¿quién soy yo misma?
- La Mujer Loba.
- ¿Y la que dice ser “yo”?
- Me confundes.
- Exacto, amor, no existes.
- Y sin embargo aquí estoy, escribo.
- Eres otra que no es ella.
- Pero existo.
- Sólo aquí, cariño, eres ésta. Una que también está partida: una parte es “yo”, la otra soy yo (me refiero a la Loba; o sea, yo, la Noctámbula).
- Me confundes.
- Exacto, corazón, de eso hablo(as).
- ¿Cómo en un sueño?
- No, querida, los sueños son de otra naturaleza.
- ¿Hablas de escritura?
- Sí, de palabras: de estas palabras que son lo escrito. De lo que eres y soy. De esto que no es ella, la otra, la que ni siquiera es quien firma.
- Basta.
- Yo sólo decía, digo. Yo, la Noctámbula.

domingo, junio 26

Domenica

Las crisis familiares son un pequeño infierno del que salimos por la puerta del frente. Qué rara casa, decimos, a medida que tomamos distancia; o bien: ¿cómo fue que nos metimos ahí?, ¿quién tuvo la idea? Afuera el sol brilla y los perros ladran.
Salí a pasear al Mickey con la sensación de que el mundo brotaba de nuestro andar por las calles. Entonces el parque, sus árboles recién bañandos después de la lluvia de anoche. Una navega el domingo sabiendo que todo es un stand by, un esperar lo que sigue.

sábado, junio 25

El turno del escriba


Liter Espacio / La escritura simbiótica y el narrador fantasma
Por Dulce María González

El Norte

¿Quién escribió en realidad "El turno del escriba", novela ganadora del Premio Alfaguara de Novela 2005?

El jueves pasado, durante la presentación del libro en Marco, Graciela Montes y Ema Wolf aseguraron que el trabajo fue realizado por ambas, alternándose la escritura de los capítulos.

Lo curioso es que, a diferencia de otros libros escritos a cuatro manos, en "El turno del escriba" no se aprecian rupturas ni cambios de voz. ¿Cómo lograron ese tono uniforme? Movida por la curiosidad, y la oportunidad que me brindaba ser presentadora del libro, intenté resolver el enigma.

"El turno del escriba" es una novela cuyo núcleo temático gira en torno al proceso de escritura. En ella, Rustichello de Pisa, un viejo copista de manuscritos, preso en Génova desde hace 14 años por motivos de guerra, se encuentra con el mercader veneciano Marco Polo y concibe la idea de escribir un libro que narre las aventuras de este último. El viejo Rustichello imagina que valiéndose de este libro logrará su libertad.

El texto será escrito en prisión, en medio de condiciones adversas y a partir de la narración oral de Marco Polo y el posterior trabajo escritural de Rustichello, quien hace la selección de materiales, agrega o suprime detalles, inventa, adereza, etcétera. He ahí la raíz del asunto, un libro escrito por dos personas.

Sin embargo, lo comentaron las mismas autoras, en el texto original que narra las aventuras de Marco Polo sí es posible apreciar las rupturas: hay ahí dos tonos, dos voces, dos visiones del mundo. ¿Entonces?

Siguiendo los pasos de Rustichello en su aventura de convertirse en un verdadero escritor, durante la presentación me dediqué a preguntar a las autoras sobre su propia escritura. Rustichello escribe su libro; Ema y Graciela, el suyo. Del primero conocemos los pormenores, puesto que se narran en la novela. Del segundo caso, el de la escritura de "El turno del escriba", sabemos muy poco.

En esta empresa de conocer lo desconocido había que empezar por el principio. ¿Para quién escribieron?, pregunté, ¿por amor a quién? Ema evadió la pregunta, pero Graciela aseguró que su deseo tenía relación con su mamá, quien murió cuando apenas llevaban 2 capítulos. Enseguida hubo un intercambio de palabras entre ellas, un ponerse de acuerdo, y terminaron hablando ambas de la mamá de Graciela.

Lo mismo sucedía con cada uno de los cuestionamientos. Una de ellas evadía el tema de la propia escritura, la otra respondía, y ambas terminaban hablando de lo mismo. Invariablemente se llevaba a cabo una negociación que nos llevaba a pensar en acuerdos de todo tipo durante el proceso de escritura.

Pero continuaba el problema de la uniformidad de tono. Porque, durante la presentación, sus primeras reacciones eran singulares, personales, y sólo en un segundo momento llegaba la armonía, la sensación de que hablaban el mismo lenguaje. ¿Cómo llevar a cabo ese proceso en la escritura sin borrarse una a la otra?

Les pregunté directamente de qué manera habían logrado esa simbiosis: escribir un libro a partir de un tono que no era el personal de ninguna, pero era de ambas. Respondieron que habían creado a un narrador, a un tercero, a un "otro". Lo dijeron en masculino. Hay un "él" que narra, un fantasma que se hizo realidad en la escritura.

Al llegar a casa recordé que este tipo de ejercicios no es nuevo en la literatura argentina. El ejemplo más conocido es el de Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Cásares. Juntos crearon a un tercero llamado H. Bustos Domecq, y éste escribió libros con su propia mano fantásmica. Me viene a la mente "Crónicas de Bustos Domecq", un libro exquisito que leí hace años.

La diferencia con nuestro caso del Premio Alfaguara es que Borges y Bioy Cásares dieron una personalidad a su narrador y le otorgaron un nombre. A partir de esta negociación, la simbiosis entre ambos no tenía posibilidades de fractura, de manera que salían avantes, sin problemas y con la mano en la cintura, cuando se les cuestionaba este tipo de asuntos.

Si se trataba de un texto escrito a cuatro manos, se negaban a responder en lo personal. Había que cuestionar directamente al fantasma si se quería dejar algo en claro, Borges y Bioy Cásares significaban solamente un par de intermediarios.

De esta manera, los acuerdos y negociaciones no presentaban ningún tipo de contradicción. Cuando uno de ellos respondía a nombre de Bustos Domecq, y al otro no le parecía, el segundo argumentaba con un discurso del tipo: "No, te equivocas, recuerda que la última vez que lo vimos dijo esto y lo otro".

En una ocasión se hizo una crítica acerca de cierta falta de armonía en la voz narrativa de Bustos Domecq. Obviamente, lo que se cuestionaba era el trabajo en común de Borges y Bioy Cásares. Sin el menor asomo de duda, Borges declaró que Bustos Domecq era un tipo desagradable y cargado de inconsistencias.

"A medida que pasa el tiempo le vamos encontrando más defectos", aseguró, "el más grave, creemos, es que no tiene ningún inconveniente en cambiar de lealtades. Es decir, que está dispuesto a cambiar su esencia, si la moda lo exige".

Excelente salida, diría yo. Porque, a final de cuentas, ¿qué se le puede exigir a un autor que "lee muy poco; pero siempre dice que ha leído algún libro, para quedar bien?".Para terminar con esto, diría que, independientemente de que "El turno del escriba" es una buena novela, y sólo con el fin de solucionar en la realidad del mundo la simbiosis literaria, quizá haría falta que las autoras dieran más vida a ese "Mark Twin" que usaron como seudónimo en el concurso.

miércoles, junio 22

La carga del día

Me comentó que Mercedes carga algo. Dijo que eso se intuye. ¿Y es muy pesada la carga?, pregunté. Sí, respondió, mucho. Me quedé pensando toda la noche.
Hoy por la mañana recordé que ella, Mercedes, está siempre hablando. ¿Cargará palabras?
El peso de las palabras es relativo. Una las toma y se las queda. Después, un buen día, al ir caminando por el parque, las deja ir sin culpas, sin preocuparse.
Las palabras viejas se van, pero no hay dolor. Quizá porque se marchan voluntariamente, en páginas que una escribe y abandona ahí, donde sea, sólo para ver qué pasa o porque ya es hora de irse.
Las palabras viejas saben esperar. Llega un nuevo huésped y záz, desaparecen y aparecen en otra página. Muy ligeritas y renovadas, como si hubieran ido al gimnasio.
Una, que se ha quedado sin ellas, también sabe esperar. Entonces llegan otras y una se pone a escribir lo nuevo, a hablar de lo nuevo. Las palabras recién llegadas, recién nacidas, son frágiles; temerosas al principio, pero tampoco parecen tener antojo de peso o seriedad.
Acaso el peso consiste en que ellas se sienten bien así, siendo palabras. Entonces dejan de volar y toman su lugar en la página y por eso pesan, porque les gusta su lugar y ya no vuelan tanto.
Pero, insisto, el peso es relativo: éste que digo es un peso sin pesar, un estar donde están. Una estadía y un tránsito.
Sí, seguramente es eso. Ahí están los barcos con su carga que no todo el tiempo es pesada, pero siempre es carga. Contenido en el contenedor. Viaje. Aventura.
Supongo.

Regresaron los links

¿Dónde andaban?, pregunté. Nadie respondió una palabra. Sin embargo, no es difícil advertir el interior limpiecito de El Aljibe, el rostro reposado y fresco de El perro cansado, el renovado aire de misterio geográfico de No hay tal lugar (este link en especial, dicho sea de paso, regresó rebelde y con pelos por todas partes).
Sospecho que vienen llegando de la playa.

martes, junio 21

Joaquín Hurtado: espacios periféricos y compromiso

Joaquín Hurtado (Monterrey, 1960). Maestro. Escritor decrónicas y cuentos. Autor de Guerreros y otros marginales(1993), Laredo song (1997) y Crónica Sero (2000).
Actualmente colabora en el suplemento "Letra S" delperiódico La Jornada. Participa activamente en favor de lacultura, educación sexual y prevención del SIDA.
Texto leído en la Casa de la Cultura de Nuevo León, en la primera mesa del ciclo "Santo y seña, autores del Noreste", en la cual se abordó el trabajo de Joaquín Hurtado.
Nadie lo hubiera pensado hace 15 años y sin embargo así es. Hablo de recuentos, de trayectorias. Me refiero a aquello que, inevitablemente, subyace a los textos de quienes, metidos en una necedad literaria sin finalidad aparente ni mucho menos sentido, hemos cruzado la frontera de los 40 fieles a este absurdo oficio: una historia de escritura o, mejor: en la escritura.
Imagino, porque también es cierto que estos temas me ponen bastante cursi, imagino un cometa o una estrella fugaz. El inicio de su trayectoria en un cielo, pongamos, nocturno: el momento en que se hizo visible esa presencia.
El caso de Joaquín Hurtado es singular: un escritor que, ya desde que apareció impreso por allá de los últimos ochenta, era considerado “marginal”. Palabra necia, envejecida. ¿Qué es un margen? El término contemporáneo es “periferia” o, aún mejor, “diferencia”. La “periferia”, por simple moda poscolonial. La “diferencia”, por amor a Derridá. Faltaba menos.
En aquellos años que digo, 88 u 89, Joaquín y yo nos encontrábamos ocasionalmente en la redacción de El Porvenir; en la sala común, para ser precisos, puesto que no había un sitio específico para quienes trabajábamos en aquel proyecto que fue el suplemento cultural “Aquí vamos”.
Entonces, como decía mi abuela, se hacía la conversación. José Jaime Ruiz, Pancho Villarreal, Rosaura Barahona, Nazario Sepúlveda, Joaquín Hurtado. Gente prendida de entonces. Y al decirlo no sugiero que nadie se haya apagado; sino que, afortunadamente, ahora somos más, o quizá sucede que somos muy otros. A saber.
Joaquín escribía crónica urbana y, como dije, sus textos se movían en lo que antes llamábamos “marginal” y, actualmente, “periférico”. A él le interesaban las otras caras de la ciudad, ciertos rostros de Monterrey a los que, en aquellos años, muy pocos prestaban atención. Geografías no oficiales, no turísticas, no atendidas por nadie. Espacios y personajes que Joaquín documentaba en su empeño en decir esto también es Monterrey, cada ciudad es un sinnúmero de ciudades.
Su trabajo, dicho sea de paso, es el antecedente directo de lo que ahora escriben algunos jóvenes que conocemos; me vienen a la mente las crónicas que Luis Valdez publica en internet, en el blog titulado “Ciudad Mascota”.
Pero, ¿qué había en ese inicio de trayectoria, además de una ciudad cargada de recovecos, una ciudad conformada de ciudades? Había, recuerdo, una prosa limpia, pero de tono desenfadado. Había personajes hasta ese momento pasados por alto, personajes esquineros, transeúntes, gente viviendo su vida a su manera, gente que, aún cuando la veíamos en nuestros ires y venires cotidianos a través de la ciudad, permanecía invisible para casi todos. Hasta donde tengo noticia, fue Joaquín quien empezó a hacer esas cosas, ese jale. Fue él quién dio la pauta.
Después, en el 91, me fui del país y no supe de él por algunos años. Obvio decirlo, gratuito. Pero a donde voy es a mi regreso, por allá del 94. Me encontré entonces con que Joaquín había focalizado aún más su trabajo. Del espacio múltiple de la ciudad, hacia un punto específico, una comunidad específica. Si no mal recuerdo, fue en ese tiempo cuando escuché hablar por primera vez del movimiento “Abrazo” y de la labor de Joaquín en relación a la problemática del sida como fenómeno social.
En esta trayectoria de la que hablaba, había ocurrido una particularización (los temas se habían reducido a uno) y una ampliación (al profundizar en este tema único, los textos de Joaquín se extendían como tentáculos en todas direcciones). Entonces fue echar luz sobre ciertos personajes específicos y, una vez más, invisibles: Lo humano trágico que conlleva una infección de muerte, las implicaciones del resto en el fenómeno. Una realidad que nadie deseaba atestiguar, que muy pocos se detenían a ver.
Seguramente Joaquín advirtió las dos posiciones sociales más extremas: aquella en la cual la enfermedad se iba convirtiendo en advertencia moral, castigo de los dioses, o ejercicio judicial (juzgar y ser juzgado); y la otra, igualmente engañosa, en la cual el sujeto tomaba la forma de un personaje mítico y, por lo tanto, no existente, fantásmico; una óptica que nos recuerda las historias de santos.
Y si digo que seguramente Joaquín advirtió ambos extremos es porque, desde entonces, sus textos no han cejado en su afán de dejar constancia al aterrizar los hechos, las vivencias; convirtiendo ese material en palabras cercanas al lector, cosa de todos los días. La vida, lo sabemos, es de naturaleza trágica, pero no por eso deja de experimentarse en lo cotidiano. Y es esto, la cotidianidad de los sucesos descritos en los textos de Joaquín, aquello que acaba con la invisibilidad social que mencionaba.
“Crónica sero” (Conarte, 2003), recoge lo mejor de estas crónicas escritas desde lo absolutamente cotidiano, lo demasiado real. Rostros múltiples, situaciones diversas, emociones y vivencias documentadas en un libro donde la enfermedad, el deseo y el amor son elementos indisolubles.
Es oportuno señalar aquí que estos ingredientes específicos de la vida aparecen unidos en nuestras concepciones culturales desde sus orígenes. Aparecieron ligados por primera vez en los poemas medievales, juglarescos, que documentaron la buena nueva del amor cortés. Infectados por una extraña enfermedad del corazón, en los poemas provenzales los caballeros mueren de amor por sus damas, y viceversa. El amor y el deseo son aquí poderosos, peligrosos, y aparecen por primera vez cargados de sentido: un asunto de muerte.
Pero es en el Renacimiento florentino donde, a partir del rescate de Platón, Marsilio Ficino (1433-1499), joven protegido de Cosimo de’ Medici y primer traductor de los Diálogos, escribe su famoso comentario conocido como “De amore”, en el cual aparece por primera vez la concepción moderna de las relaciones amorosas.
Tal como lo señala Peter Sloterdijk, en este texto renacentista, el amor físico es un envenenamiento mortal provocado por un encantamiento a distancia denominado: “fascinatio”. Gracias a este fenómeno, inspirado en el Fedro de Platón, la sangre de uno de los amantes se trasmite telepáticamente, por medio de la mirada, al otro, quién de esta manera queda contagiado: esa sangre ajena añorará siempre su corazón de origen y desestabilizará el cuerpo de su nuevo portador. He ahí la concepción renacentista del enamoramiento.
Lo curioso es que, tal como sucede en la película “Videodrome”, de David Cronenberg, al unir esta tradición temática, inaugurada por Ficino, con cuestiones de moral social apoyadas en supuestos religiosos, los humanos del siglo XX fuimos capaces de materializar aquella “infección” inventada por los provenzales del medioevo y legitimada por Ficino.
Pero lo importante aquí no es hablar de la manera como la cultura occidental ha relacionado desde sus orígenes la enfermedad y el amor, sino señalar las raíces de una tradición temática y un tipo de literatura a cuya corriente se enlaza el trabajo que Joaquín Hurtado ha desarrollado por años. He ahí, pues, el texto fundacional, las raíces de lo que Joaquín se ha empeñado en llevar adelante en su trabajo.
Por otro lado, y más allá de los orígenes tanto del fenómeno real, como de la temática “hurtadiana”, lo de Joaquín es un extraño ejemplo de literatura comprometida en pleno siglo XXI. Y, en el caso de Joaquín, el compromiso es con la vida.
Gianni Vattimo lo decía por allá de los 90: después de la caída del Muro de Berlín, posterior al gran desencanto, el hombre, incrédulo y desconfiado, ha descubierto que aún puede enarbolar una bandera, una que ondea más allá de todos los idealismos y desventuras del siglo XX: La bandera del amor a la vida. Pietas, llama Vattimo a esta posibilidad social, a esta bandera específica.
Sucede que la trayectoria de Joaquín Hurtado, atenta desde el inicio a los espacios signados por la diferencia, preocupada por los personajes de carne y hueso que habitan esas otras ciudades que también son las nuestras, fue a parar, como una flecha que atina a su blanco, en el asunto del compromiso con la vida, con lo humano, con las aventuras y desventuras de este grupo de gente que somos, esta comunidad siempre vulnerable al contagio. Lo anterior, en caso de que verdaderamente respiremos fuera de nuestras personales conchas protectoras y, más allá del miedo y los prejuicios, encarnados acaso de caballeros y damas medievales, o de anhelantes enamorados renacentistas, seamos todavía capaces de apostar a la vida: esta aventura peligrosa e inolvidable.
15 de junio del 2005

domingo, junio 19

La misteriosa desaparición de los links

Todo empezó cuando uno de ellos mostró signos de insanidad y/o desquiciamiento. Recuerdo que apareció solo en la lista, previo aviso de su dueño. Un par de días después, probablemente atacado por alguna extraña enfermedad, procedió a duplicarse a sí mismo de manera neurótica. Los otros links, supongo, lo veían clonarse con espanto. Es bien sabido que los links son de naturaleza frágil. Yo borraba los excesos del recién llegado con bastante frecuencia, pendiente del crecimiento anormal en mi lista de bloglinker, preocupada por las envidias y desavenencias que su conducta pudiera provocar en sus compañeros. Sin embargo, y a pesar de mis cuidados, hoy por la mañana encontré que se habían esfumado. Una de dos: o el link histérico provocó un motín a bordo, o simplemente acabó con el resto. El caso es que tendré que anotarlos de nueva cuenta. Uno a uno, rescatándolos sabrá el Cielo de qué insondables regiones cibernéticas. Tened paciencia.

Precisiones metafóricas (fallidas)

"¿Y para qué escribes toda esa lista, si aquí siempre estamos escuchando clásica?", pregunta Marijose. "Esa lista equivale al postre", le digo, "son los pasteles". "¿Y la clásica?", insiste. "La clásica equivale a los frijolitos y el arroz". "Ah", exclama, con gesto de tener enfrente a una chiflada, "ya entendí, no tienes que seguir explicando".

sábado, junio 18

Cuestionario musical

Más vale tarde que nunca, dice la Mujer Loba, porque me ve dispuesta a llenar los blancos del primer cuestionario de mi vida adulta (de adolescente me encantaban y los respondía instalada en una fe inquebrantable: cosas de astros, de futuro, de compatibilidades amorosas).
Resulta que me puse a leer el blog de El perro cansado durante horas (el trabajo no me había permitido ponerme al corriente en lo relacionado con este vicio bloggero) y ¡Zaz!: encuentro la invitación de Lukas. Va sin más explicaciones ni preámbulos, que en ello me puedo gastar el resto de la noche:
1. Música en el ordenador:
Abba, Air, Franco Battiato, Bowie, Fleetwood Mac, I Nomadi, Joe Jackson, Leonard Cohen, PFM, Quidam, Stevie Ray Vaughn, Louis Armostrong, Penguin Café Orchestra, Humberto Tozzi.
2. Último disco comprado:
Milennium Italia
3. Canción que escucho ahora:
“Funeral” de The Arcade Fire.
Me llegó el viernes, regalo de Carlos Martínez, amigo muy querido que, sin apenas advertirlo, me ha ido inoculando sus gustos musicales. Un volumen hermoso. Ahora mismo escucho una canción nostálgica, plena de emoción, sobrecogedora y medio insoportable: “Crown of love”. Empieza diciendo they say it fades if you let it, love was made to forget it. Y más adelante: The only thing that you keep changin’ is your name, my love keep growin’ just the same. Y así.(Snif.)
4. Canciones de siempre:
Me gustan las que escuchaban mis papás cuando se enamoraron, tipo: "Love", de Nat King Cole; "Blue Velvet", de Bobby Vinton; "Fly me to the moon", de Frank Sinatra. Me encanta la música de los 40's y 50's. De las italianas: "L'italiano" de Toto Cotugno. Y las tradicionales melcochonas como "Miserere" o "Vivo per lei". De las mexicanas, sin lugar a dudas, "Flor de azalea".
5. Personas a las que invito a este cuestionario (tomando en cuenta la posibilidad de que no lo hayan contestado):
Los chiquinenes:
Gerardo Ortega (más crecidito)
Luis Valdez (ya medio viejito)
Mister Conejo (el pequeño gran poetita)

Invitación

MARCO, FERIA DEL LIBRO MONTERREY Y ALFAGUARA
INVITAN A LA PRESENTACIÓN DE LA NOVELA GANADORA DEL PREMIO ALFAGUARA 2005
El turno del escriba
Presentado por Dulce María González, quien entablará un diálogo con Graciela Montes y Ema Wolf, autoras de la obra.
JUEVES 23 DE JUNIO,
20:30 HORAS

jueves, junio 16

La frase del día

La Mujer Loba amaneció de buenas y se puso a contar a Andrés sobre la inauguración de ayer. Que fulanito no dijo "mucho gusto" cuando ella le presentó a alguien. "¿Qué tendrá?", pregunta la Noctámbula, "¿tú crees que está resentido?". Que no sé quién llegó borracho y la olfateó como lo haría un perrito. "No sé si le gustó mi perfume o con ese gesto quiso expresar otra cosa", comenta preocupada. Y así.
"¿Qué se sentirá vivir en su mundo de sutilezas?", me pregunta Andrés, mientras ella sigue con su bla bla, metida en el recuento de pequeños detalles.
Me quedé pensando un segundo y enseguida: "Tienes razón", respondí, "qué trabajo y qué fastidio".

miércoles, junio 15

Santo y seña

Mesa redonda sobre la obra de Joaquín Hurtado.
Con ella se inaugura el ciclo “Santo y Seña”, organizado por la Casa de la Cultura y el Cripil noreste.
Lugar. Casa de la Cultura de Nuevo León.
Cita: Jueves 16 de junio. 8:30 pm
Participan: Alfredo Zapata, Dulce María González, Genaro Saúl Reyes y Luis Aguilar.

martes, junio 14

domingo, junio 12

Recomendación

Un excelente texto acerca de la rasgadura profunda, histórica, que significó el maltrato a los músicos de la Orquesta Sinfónica de la UANL el sábado pasado, durante el concierto de los Tenores: El rapto

El corazón, el alma y la columna de ayer

Regreso de un cansancio profundo. ¿Y dónde la fuente del agotamiento? ¿En el espíritu?, ¿en el alma?, ¿en el cuerpo?, ¿en el corazón? El corazón es un órgano cargado de sentido, un significante. Desde el Sagrado Corazón, esa imagen gore en donde el órgano se abre camino a través de la piel y sale al aire (sanguinoliento y atravesado por espinas); hasta los ingenuos corazones en los cuadernos de la adolescencia, cruzados por la flecha de Eros y con sus dos nombres a manera de cartel en la superficie.
El alma es otra cosa. Y está visto que se expresa a través de la mirada cuando quiere salir, comunicarse con alguien a mitad del mundo, en un espacio público donde lo que hay es distancia.
El viernes pasado, la Mujer Loba se encontró con unos ojos, con un alma. Hola, alma encontrada, dice la Mujer Loba mientras el perro juega entre las sillas del comedor, con una estrella en la frente que alguien le plantó anoche. No una estrella de rock ni literaria, sino una roja y de papel, de esas del kinder. ¿Y el alma del perro-lobo?, pregunta la Mujer Loba, ¿y su corazón? Es entonces cuando lo llama para abrazarlo.
Es claro que la Mujer Loba amaneció nadando en la cusilería, buceando ridículamente en la evocación de unos ojos entre los cientos de ojos con los que se topó el viernes. Una luciérnaga flotando en la noche que son sus días y que tanto la oscurecen a ella, la Noctámbula. Sólo eso y para nada, para evocarla. (Ahora suspira metida en personaje de telenovela.) Qué animala tan salida, tan freak. Qué loca.
* * *
Va la columna de ayer:
Liter Espacio / Escritores en el arranque
Por Dulce María González
El Norte
"Yo soy yo y tú eres tú; yo no estoy en el mundo para satisfacer las expectativas de otros; y si nos encontramos por casualidad, bien; si no, no puede hacerse nada".
A partir de esta frase tan, digamos, carente de eufemismos, el pensador Peter Sloterdijk explica la "brutal ortodoxia" del "mercado público de los encuentros fortuitos".
Dicho en cristiano, se trata de la distancia que establecemos con los otros en el ámbito social, la cual se rompe de pronto, de manera casi mágica, cuando dos miradas se encuentran y se descubren mutuamente como singulares, únicas.
Se crea entonces, un espacio de privacidad, un mundo íntimo apartado del mundo.Tales atmósferas de sentido o "esferas" incluyen en ocasiones a una comunidad entera, un grupo de gente afín que se une por elección y se identifica a partir de una situación específica: un evento literario, por ejemplo.
Me dice un amigo que deje a los filósofos dormir en paz, que me abstenga de pensar un ratito. Pero se ha visto que no soy muy buena en tales virtudes y, quizá por eso, durante los últimos días no dejo de repetirme: he aquí una esfera sloterdijkiana, la esfera de los escritores jóvenes de Nuevo León.
¿Y de dónde saca esta mujer que tal grupo de gente posee la forma redonda que dice?, preguntará el lector.
Todo empezó el martes pasado cuando, después de la sesión del Centro de Escritores, Óscar David López, hasta ese momento conocido sólo como poeta y fundador del grupo Harakiri, me pidió un aventón a la imprenta de Óscar Villalobos, integrante del mismo grupo, estudiante de Letras y, según declaró hace un par de semanas, futuro editor profesional.
Al llegar me encontré con que Gabriela Torres y Minerva Reynosa, mejor conocidas en el ambiente literario como "Las Infantas", tomaban un descanso después de doblar y/o pegar, junto con el futuro editor, unas pilas enormes de libros.
Minerva tomaba apuntes en una libreta pues, según comentó, al día siguiente presentaría el libro de Tryno Maldonado dentro de los eventos previos al Primer Encuentro de Escritores Jóvenes del Norte de México, organizado por el grupo Harakiri (que yo tenía enfrente) y la Dirección de Planeación y Desarrollo Cultural del Conarte.
Por su parte, Gaby Torres estudiaba latín. Su examen sería al día siguiente, a la misma hora en que se presentaría el libro de Jaime Garza, nuevo volumen del proyecto editorial Harakiri que en esos momentos se encontraba ahí mismo, recién pegado y sin pastas.
"Yo hice todo el jale y no voy a estar en la fiesta", declaró de mal humor y dio un trago a su caguama.
Acto seguido, Villalobos me explicó el funcionamiento de cada una de las máquinas, mientras yo me dejaba llevar por el delicioso aroma de la tinta y el papel."¿No estás viviendo un déjà vu?", preguntó Óscar David.
"Sí", respondí, "afortunadamente ya pasé por eso, y esta noche dormiré tranquila mientras ustedes trabajan".
El jueves por la mañana, muy descansadita y en el momento de abrir la sección Vida!, me encontré con dos notas. La primera anunciaba el encuentro de los jóvenes (Lety Herrera, "Las Infantas" y Óscar David muy sonrientes, los últimos y más jóvenes con la sonrisa medio dura debido, imagino, a la preocupación o el susto).
En la segunda nota se comunica que, el hasta entonces poeta Óscar David (con cara de misterioso y/o interesante) ha ganado el Premio de Literatura Latinoamericana de la Juventud con su primera novela.
No estoy segura si fue en ese momento, o al día siguiente durante la inauguración del encuentro (los Harakiris con tremendas ojeras, pero radiantes; los otros jóvenes de Conarte con sus camisetas rojas de organizadores y también de buenas), el caso es que se me vino encima la cursilería y, entonces sí, siguiendo las indicaciones de mi querido amigo, dejé de pensar.
O quizá sucedió que cambié de canal en la cabeza.
Recordé la satisfacción de los jóvenes escritores que éramos entonces al ver realizados ciertos proyectos, después de muchas horas de trabajo y de noches sin dormir. Recordé también a escritores de otras generaciones que nos apoyaban y nos seguían de cerca.
Ahí estaban de nuevo Xorge Manuel González o Jorge Cantú de la Garza, echándose la vuelta por nuestras fiestas y nuestras sesiones de trabajo. Recordé, en especial, un poema de Cantú de la Garza (escrito a partir de una fiesta más bien desatada que soportó con gran estoicismo y sentido de solidaridad) en el que habla de aquel grupo que, posteriormente, Mario Anteo bautizaría como "La Falsa Damiana".
El título es "Poetas" y empieza con un verso singular: "Eran jóvenes". ¿Por qué en pasado?, me pregunto. Y de pronto es como si Jorge, fallecido hace años, lo hubiera escrito para este momento y ahora regresara su voz a recordarnos lo que fuimos y lo que seremos.
En ese poema, inolvidable para muchos de nosotros, aquellos jóvenes que éramos caminan hacia sus "propias definiciones", hacia su "minuto de gloria". Y, más allá de aquel futuro que Jorge Cantú imaginaba en ese momento, los jóvenes de entonces que éramos, como los de ahora, nos dirigimos, a través de un sendero singular, metidos en nuestra esfera literaria, "hacia la muerte", verso con el que finaliza el poema.
Pues que venga la vida mientras tanto. Con toda su escritura y sus publicaciones, y sus encuentros fortuitos, y sus Encuentros de Escritores.
Quiera la suerte que, al despertar de ese sueño al que los envía mi amigo, los filósofos, la musa, o cualquiera que por aquí pase, nos encuentre trabajando.

lunes, junio 6

Lunes

Una lluvia ligera cae sobre la ciudad, las calles se desperezan. La temeraria astronauta de las palabras se coloca su casco rosita-pink y enciende los motores de la nave. Observa los indicadores del altímetro y la velocidad antes de dar el primer trago a su café. Allá vamos.

domingo, junio 5

El concierto de los tenores, el desmadre y el cinismo de las autoridades

Después de intentar, sin éxito alguno, asistir al concierto de los Tenores, con el cual inició la promoción del Forum Universal de las Culturas Monterrey 2007 ayer por la noche, mi hijo llegó a casa en las siguientes circunstancias:
Cansado de caminar más de 2 kilómetros en torno al Parque Fundidora en busca de la puerta de acceso correspondiente. Deshidratado a causa de las 3 horas y media de sol (a más de 35 grados) haciendo fila para entrar. Harto de su novia y su suegra que se quejaban de tanto atropello. Decepcionado porque, desde la fila, escucharon que el concierto iniciaba mientras cientos de personas aún esperaban entrar. Enojado, porque después de un rato vieron que la gente de adelante se regresaba anunciándoles que no se podía acceder al lugar, que una tarima de 40 X 40 mts. se había caído con todo y la gente y las sillas, que nadie en la puerta recogía los tickets, que ya no cabía ni un alfiler, etcétera.
Andrés dejó a su suegra sentada en una banquita, porque la señora se sentía ya muy mal, y se fue con su novia a ver cómo estaban las cosas. Se saltó toda la fila, diciendo a la gente que iba a investigar y regresaría a informarles la situación. En la entrada, pasó a un lado del detector de metales y nadie le dijo nada. Avanzó a codazos entre un tumulto que se insultaba a gritos mientras los tenores cantaban de oquis, porque nadie los escuchaba (cuando las canciones terminaban, la gente gritaba a coro: “¡Fraude, fraude!”). Subió a una de las tarimas, atestada de gente también peleándose, pero, al sentir que el armatoste se movía, decidió bajar de nuevo. Preguntó por algún edecán, encargado, o por algún empleado de seguridad, y le dijeron que no había nada de eso. Así que decidió llevar a casa a su suegra, dadas las condiciones del lugar.
Al salir, vio que cientos de personas enojadas se organizaban para hacer una protesta hoy por la mañana en la macroplaza. La gente, cansadísima después de intentar infructuosamente entrar al show, tomaba taxis en el carril de en medio de la avenida. Incapaces de seguir de pie, pedían a los choferes que los llevaran a los estacionamientos donde habían dejado sus carros. Los agentes de tránsito y policías se veían unos a otros, mientras la gente se atravesaba temeraria frente a los carros en marcha o los insultaba a gritos, simplemente porque estaban furiosos y ellos, los policías y tránsitos, eran en ese momento símbolo de la autoridad. Natividad González Parás, Gobernador del Estado, declaró al periódico El Norte (sección Vida de hoy) que “son los problemas de los grandes conciertos”, y que “a final de cuentas todos pudieron disfrutar de lo que aquí se vio”. Por su parte, Vicente Gómez, presidente de Latin Events Promotions, empresa organizadora del evento, “pidió disculpas por los problemas de la organización en el concierto al que consideró un éxito”.

viernes, junio 3

Ya empezamos

Leía ayer en el periódico que el hijo de Plácido Domingo compuso el himno para Foro Universal de las Culturas Monterrey 2007, el cual se cantará por primera vez mañana, en el concierto de los tenores. Dice el paper que empieza así: Monterreeeey, Monterreeeeey. ¿Quién es el hijo de Plácido Domingo?, ¿ha visitado alguna vez esta ciudad?, ¿está enterado de su origen, su historia, su singularidad cultural? ¿qué relación hay entre el talento de un cantante y el talento de su hijo?, ¿esas cosas se trasmiten por ósmosis?, ¿en esta ciudad no hay compositores capaces de crear un himno a su ciudad? Mi buen Dios, todo en esta vida es mercadotecnia.

jueves, junio 2

Mucho ruido

En Monterrey parecen estar sucediendo grandes cosas en el área de la cultura. Desgraciadamente, la “Ciudad del Conocimiento” suele ignorar a sus intelectuales y artistas, y a sus ciudadanos en general. Un ejemplo de ello son las famosas “Cumbres”, que sólo nos traen embotellamientos y problemas de tránsito. En cuanto a los artistas, es en verdad triste lo sucedido a Félix Carrasco, director de la Orquesta Sinfónica de la UANL, quién se enteró a última hora, y de casualidad, que sería sustituido en el concierto de los Tenores. Esperemos que con el Foro de las Culturas no pase lo de siempre: la ciudad convertida en el espacio vacío idóneo (sus grandes hoteles, sus grandes avenidas, sus instalaciones); un escenario que se usa de manera indiscriminada por inversionistas y políticos; un lugar donde suceden eventos culturales muy interesantes, pero en los que no se toma en cuenta el talento local, ni mucho menos la capacidad adquisitiva de la mayoría de los habitantes. La supuesta “derrama económica” justifica cualquier atropello, cualquier proyecto millonario, cualquier evento grandioso.

miércoles, junio 1

Por cierto...

Ayer, en la ceremonia de instalación de la Fundación para el Forum 2007, que se llevó a cabo en la Pinacoteca del Centro de las Artes, el alcalde de Barcelona dijo que lo humano inicia con el lenguaje y la construcción de ciudades. No pude evitar pensar en la existencia de ciudades invisibles. Un ejemplo de ello es este blog o casa, situado en su justa calle (con su justa dirección), en una ciudad que no es geográfica, puesto que la mayoría de nosotros vivimos geográficamente distanciados. ¿O sí es esto una geografía?
Ahora sí: basta. (Ja)

Imágenes, formas

Estaba leyendo un texto de Julio Salinas sobre las calles (lo acompaña con la imagen de un mapa citadino) y recordé las imágenes formales de la cultura. Desde la lectura del “Rizoma”, de Deleuze y Guattari, aparece la imagen de una telaraña cuando pensamos en la sociedad, en internet, en las relaciones humanas, en las bibliotecas, en los libros, en los medios de comunicación. Todo adquiere la forma de esa red, ese entramado que nos provoca imaginar un montón de pulpos unidos por sus múltiples extremidades. El mundo pulposo.
Hay una imagen nueva, más tridimensional. Se trata de la “espuma”, de Sloterijk, para quien todo lo que dije antes: bibliotecas, internet, sociedad, etc., toma la forma de una masa informe (valga la redundancia) constituida de pequeñas esferas o burbujas. Por ahí andamos, Burbuja, entre las comunidades de humanos, entre las esferas de relaciones, entre tantos blogs, y mails, y palabras interconectadas y espumosas.
Y ya, a trabajar...

La histeria en las máquinas y el desamor

Mi refrigerador está somatizando, se desliza con rapidez hacia el desquiciamiento somático. Todo empieza con una vibración leve, apenas perceptible, que poco a poco va subiendo de intensidad. Llega a un punto en el que es imposible escucharnos unos a otros, situación que se agrava cuando el perro se asusta por el escándalo y ladra. Desconéctalo --pide Marijose con gesto de emergencia--: va a estallar. Este maldito aparato amenaza con destruir mi legendario apego a los refrigeradores blancos.