jueves, junio 29

Elecciones extremas

Lo bueno de tener hijos ñoñis es que escriben textos como éste. Aunque no estoy de acuerdo con su conclusión, es interesante el análisis que hace sobre los fundamentos de la izquierda y la derecha, y sobre la situación actual del país. Fuera de su reflexión en estos puntos, el motivo por el cual se decide por la continuidad (el asunto de continuar desmantelando las instituciones corruptas provenientes de nuestro "pasado autocrático") me parece insuficiente, ya que él mismo describe los peligros de la "derecha extrema de Calderón" y la "teoría neo-liberal".
Ni modos, Pache, eso pienso.
Posdata: Por supuesto que también menciona muy claramente los peligros de la extrema izquierda de Obrador ("izquierda clásica", dice). Creo que el problema es precisamente ése: los extremos ante los cuales nos enfrentamos a la hora de decidir. En este sentido, creo que el Mol tiene razón: el voto no tendría que ser útil, sino de conciencia.

martes, junio 27

Y este viernes

Presentación del disco "Quisiera ser", de Gerardo Torres
Museo Metropolitano
8:00 pm

Encuentro de Escritores Jóvenes del Norte de México

Encuentro

6 y 7 de julio de 2006
Aquí el programa.

Nuevo libro de Antonio Ramos

Te escribo para saludarte y de paso, invitarte a la presentación de mi libro Dejaré esta calle. Será el próximo miércoles 5 de julio a las 7:30 p.m. en la esquina de la calle limón y gardenia en la colonia Moderna.
El libro lo presentan Joaquin Hurtado, Ofelia Pérez y Felipe Montes. Habrá una lectura a cargo de Jorge Silva y al final un concierto (mini) del grupo North Siders.
A.

domingo, junio 25

Narrativas

Ya salió el segundo número de la revista "Narrativas", que en esta ocasión incluye ensayos de Magda Díaz y Morales, Eve Gil y una servidora. También hay relatos de Edilberto Aldán, Alberto Chimal y Cristina Rivera Garza.

Felicidades a mi querida Magda Díaz y a Carlos Manzano por la publicación y un saludo a Eve, Cristina, Chimal y Edilberto desde el Cerro de la Silla.

Aquí la revista en su versión electrónica.

sábado, junio 24

Columna

Literespacio / Futbol y tragedia
Dulce María González
El Norte

Hace un par de días me recordó un amigo que los momentos de crisis tienen relación con el cambio, con el reacomodo, con la adquisición de una nueva conciencia a través de la cual experimentar la vida y el mundo.
"Hay gente que se queda igual para siempre", me dijo, y recordé la importancia de las revoluciones personales y sociales, a través de las cuales nos es posible eliminar lo envejecido y abrirnos al presente con esperanza, con la sensación de que todo empieza de nuevo.
Las mejores imágenes para nuestro momento de transición son proporcionadas por los medios. Aprovechando el desorden general, hambrientos de rating, los medios imprimen más velocidad a los sucesos, mayor intensidad y dramatismo a los diferentes eventos políticos y sociales en los que inevitablemente nos encontramos inmersos.
En los noticieros, por ejemplo, vemos las diferentes reacciones al último juego de la Selección Mexicana en el Mundial. Gente vestida de verde en Alemania, gritando, vociferando, saltando con sus pelucas en la cabeza, sus sombreros. La bandera del País pintada en el rostro en esta explosión festiva de nacionalismo futbolero y teatral.
Y el simulacro se extiende a las oficinas, a los bares, a las casas donde alcohol y alharaca de por medio, la gente se reúne a gritar, a desahogarse, a festejar. A través de la pantalla penetramos las diferentes atmósferas y de pronto una siente que está viviendo un momento de excepción, un espacio fuera del mundo que, por su naturaleza escénica, nos recuerda el Carnaval.
Pero lo más interesante sucede cuando la transmisión se va a comerciales. Una imagina que descansará del espectáculo, que podrá respirar en la comodidad de la pausa consumista, mercadotécnica, llena de imágenes predecibles y clichés tranquilizadores.
Error. No hay tal descanso. La pausa consiste en spots preelectorales en los cuales los candidatos se atacan unos a los otros. Inmersa en su propio simulacro, en su singular manera de teatralidad, la lucha por el poder político subyace a la efervescencia futbolera. La dinámica entre ambos fenómenos provoca que el momento de transición resulte más complejo e interesante.
Si los análisis sociológicos están en lo cierto, la actuación del equipo mexicano frente al de Argentina impactará el proceso electoral, al menos en lo que se refiere a los indecisos. Un buen papel de nuestra escuadra apoyaría la propuesta de continuidad, una actuación catastrófica inclinaría al cambio. Pero, ¿qué es en realidad una catástrofe?
La tragedia griega nació para experimentar emocionalmente, a través de la catarsis, los procesos de transición. Y es en el momento catastrófico en que el héroe (representante del viejo orden que ya no responde a las necesidades del presente, o del nuevo orden que no se comprende aún) perece, cuando se inaugura lo nuevo, el porvenir.
Nuestro problema actual es que no hay tales héroes. Y sin embargo nos los creamos en la cabeza, son los reyes del Carnaval. "Andamos gateando para elegirnos un padre", dice mi amigo. Yo agregaría que lo hacemos aún sabiendo que tal padre no existe, fingiendo ignorar que en nuestro sistema político ese padre no ejerce el poder total, gracias al Cielo, ya que existen otras dos instancias que lo regulan y limitan.
Sin embargo, el simulacro nos da la oportunidad de hundirnos en la pasión trágica, de experimentar en carne propia ese desorden que precede a lo nuevo. Sin pasión no hay tragedia, afirma Nietzsche, ni mucho menos renovación.
Por el contrario, continúa, "el héroe que tiene que defender sus acciones con argumentos y contraargumentos corre peligro de perder nuestra compasión, pues la desgracia que, a pesar de todo, le alcanza luego, lo único que demuestra precisamente es que, en algún lugar, él se ha equivocado en el cálculo. Pero una desgracia provocada por una falta de cálculo es ya más bien un motivo de comedia".
Por mi parte, intento asumir, con todo y su dosis de angustia y descontrol, el instante del cambio, de las crisis, de la transición. Ya habrá tiempo para la comedia de las faltas de cálculo.

martes, junio 20

Probando, probando, martes

Todo consiste en ponerse el casco, atreverse a accionar el encendido, avanzar por la pista de despegue y ahí vamos. Lo de la Mujer Loba es más complejo. De pronto surge su voz, pero aún no sé si es ella o soy yo que me engaño. La que escribe duda. La que escribe pierde identidad. La que escribe desea, espera. Va en su nave y no sabe ni quién es. La otra tampoco lo sabe (la de la vida diaria, la que no está hecha de lenguaje), pero esa es otra novela. La que escribe va en su nave y está a punto de partir. Arrivederci. Buen viaje.

lunes, junio 19

¿Y dónde quedó la Mujer Loba?

Buscando un poema de Pessoa me puse a revisar el backup del blog anterior y me entró nostalgia de la Mujer Loba. En septiembre del 2005 encontré esto:

El misterio de la vida:
--¿Por qué no soy feliz? (pausa reflexiva) Qué raro.
La vida, según la Mujer Loba:
--¿Y por qué tendrías que ser feliz? (pausa desaprobatoria) Qué tonta.
Necesidad existencial:
--Me urge enamorarme y desenamorarme rápidamente (suspiro).
Curiosidad humana:
--¿Por qué?
Sentido común:
--Sucede que me falta energía, pero no tengo tiempo para amores prolongados.
La Mujer Loba descubre el agua tibia:
--La vida no es una pila recargable.
Sincero asombro existencial:
--¿Ah, no?
Cuestionamiento metafísico:
--Y, entonces, ¿dónde está la felicidad? (nuevo suspiro).
Respuesta de la Mujer Loba en la que cita al cubano Eliseo Alberto:
--En la remota Conchinchina donde, se dice, edificaron la famosa Casa del Carajo.
Risas grabadas.

* * *
Tengo nostalgia de la Mujer Loba y de la que era yo el año pasado. ¿Y quién soy este año?, ¿quién será la que escribe? (Pues yo) ¿Cuál? (Yo, ésta) No entiendo.
La otra tenía un enorme vecindario, amigos bloggeros por todas partes. La de ahora se la pasa borrando y no puede salir ni a pasear al perro. ¿Será que se acabó la gasolina de mi nave intergaláctica? (¿Cuál nave?) Pos ésta (¿Tú dices el teclado?) Ajá (Tas loca)
Tengo ganas de amaneceres, de autores nietzscheanos, de leer a Sloterdijk y postergar, una vez más, la catástrofe.
(¿Y quién lo dice?) Yo (¿Cuál?) Qué te importa.
(Bueno, ya. Duérmete. Igual y mañana borras todo)
Usté cállese.

viernes, junio 16

Yes!




A punto de partir para ser testigo de cómo su mamá, su tía Nelly y su tío Martín se embriagan viendo el juego en un billar al que la pequeña futura poeta y/o psicoanalista asistirá de colada, con el fin de acumular exeriencias de vida que posteriormente, acaso, traducirá a palabras (Kavafis dixit).

Ah, la vida, la poesía, el ron, el mundial.

Números, triángulos y esferas

Me dice Eliot que le interesa saber lo que escribí en una entrada que borré (sorry). El problema es que la borré por completo. Pero intentaré repetirlo, es algo así:
Hablaba del tercero, el de en medio. Eros, que no es humano ni dios, femenino ni masculino, y que representa al tercero en la pareja: es el testigo y, al mismo tiempo, aquello que provoca la unión: el deseo. Y me refería a “Elogio de la madrastra” de Vargas Llosa, una novela centrada en este asunto del amor como un triángulo.
Otra cosa que comentaba es que el triángulo, al unir 3 puntos, salta de dimensión, ya que se convierte en UN triángulo. De ahí el asunto de que el 4 es de nuevo un 1. En un grupo formado por 3 personas, o sea, un triángulo amoroso o de cualquier tipo, la cuarta persona es el triángulo como unidad, el grupo mismo. Una unidad muy común entre los humanos.
Es también la base del teatro. Para que se dé el acto dramático, no basta con el diálogo (la acción entre 2 bandos), sino que es necesario un tercero que observa y atestigua: el público. Juntos conforman una unidad: la puesta en escena. Este ente dramático es del orden del 4, que es un 1 a otro nivel.
El 4 es la ciudad, el altar, la rosa de los vientos.
El 5 es también muy padre: el número del hombre, con su cabeza y extremidades, la estrella de David.
Algo que me parece muy interesante es cómo las culturas prehispánicas tenían otra manera de ver las cosas. Carlos Fuentes explica en “Tiempo mexicano” cómo los puntos cardinales no se ajustaban al 4 como base, ya que incluían “arriba” y “abajo” y cada norte, cada sur, etc., tenían un norte, un sur, un este, un oeste, un arriba, etc. El resultado es que se forma una esfera que a su vez está conformada de esferas. El tiempo se confunde con el espacio. Un tiempo esférico.
Maravilloso...

martes, junio 13

Es el gozo, corazón, el atardecer

Saliendo de la Facultad me fui a Gandhi nomás de novedosa. Encontré un libro de Juan Gelman en cien pesos y otro de Eliseo Diego en cincuenta. Con el último saldo de la última tarjeta, los compré.
Me senté en el café, pedí un capuchino y saqué las llaves del carro para separar una de las páginas del libro intonso de Gelman. Di un trago al capuchino:
¿oíste / corazón? / nos vamos
con la derrota a otra parte /
con este animal a otra parte /
los muertos a otra parte /
Aquí estoy, pensé, y me acomodé a mí misma. Prendí un cigarro:
vámonos con esta perra a otra parte /
no tenemos derecho a molestar /
nuestro solo derecho es empezar otra vez
bajo la luz del sol sereno /
Es esta tarde, pensé, cierta tarde: el atardecer de nuevo. De nuevo.

Montaña rusa, presente

Hay personas que poseen una estabilidad emocional asombrosa; gente sólida, muy bien plantada en la tierra. Mi imagen es la de un árbol satisfecho de sí mismo, con su tronco firme y sus hojas muy verdes.
Ojo: no estoy diciendo que se trata de gente convencional. Al contrario, me parece que son personas que han delineado sus fronteras a partir de la experiencia. Quienes se aferran a los engañosos límites sociales o morales no me parecen sólidos, sino cuadrados. El caso es que tener fronteras personales y precisas nos da forma, nos convierte en seres tangibles.
Yo no soy así. La incapacidad de convertirme en árbol es, precisamente, mi límite. Mi imagen de mí misma es la de un cometa o papalote, siempre volando en las alturas, inventándome el mundo mientras en el mundo real suceden otras cosas. La pregunta es: ¿Cómo he logrado sobrevivir? O sea: ¿cómo es que no me ha destrozado alguna tormenta?
Mi secreto está en atarme a los árboles, en no perderlos de vista. Entonces sí, a volar, feliz y hacia donde me lleve el viento. Después me da por escribir esos vuelos. Ni a quién le importe, pero para mí, más allá de la vida de escritor a la que aspiran tantos, eso es la vida: volar y escribirlo. Aunque lo escrito no llegue a ninguna parte, ya que siempre ando en las nubes en lugar de buscar un agente o algo. Repito: soy una papalota innata.
Perder de vista al árbol, ésa sí que es tragedia y mis árboles lo saben. Por eso se quedan ahí, muy quietecitos, y se dejan ver, con lo cual adquiero una especie rudimentaria de estabilidad en el vuelo.
Tengo un amigo que también es cometa. Ambos fingimos ser árboles e intentamos apoyarnos mutuamente, pero a veces los hilos de los papalotes se enredan y nos ponemos a sufrir. Entonces nos decimos, también mutuamente, que el sufrimiento es causado por motivos extraños. Al menos eso interpreto, aunque él se queja de la falta de comunicación con los otros y, en general, de los códigos intraducibles y de las mal-interpretaciones. Hola, cometa.
Hay un árbol que es, en especial, muy cuidadoso. Siempre está en el messenger y me permite ver cada uno de sus movimientos. Si está en la oficina, si ya se fue a comer, si ya regresó. Entonces yo me pongo a volar muy quitada de la pena. Cuando le hablo, responde y me tranquiliza; y si le cuento alguna de mis tragedias, me escucha con paciencia, aún sabiendo que me la invento. También me deja muy en claro que me quiere, en especial cuando ando con la estima en el suelo.
Hoy me avisó que no ha desaparecido y me explicó dónde anda.
Con amigos así, ¿cómo no aprovechar y arriesgarse a ser una papalota realizada?
Te quiero, Socri.
******

A propósito de inestabilidad, hay que ver las fotos de nuestros compatriotas en el peiper. Todos crudotes después de la celebración: desmayados en los parques alemanes o tirados en los pasillos de los moles; vestidos con sus camisetas de la selección, para no dar lugar a dudas, o bajo sus sombrerotes. Qué oso el de nuestros papalotudos connacionales.
******
Lo que me temía: estoy escribiendo a diario en el blog en vez de avanzarle a la novela.
Recórcholis, basta.

Incidentes acontecidos durante el examen de esta tarde:

El simpático del becario no llegó a ayudarme. Tomando en cuenta esa fatalidad, les dije a los alumnos, 120 en total, que por favor se salieran los pares, porque iba a poner el examen por tandas. Como se sientan por número de lista, pensé que de esa manera quedarían más alejados unos de otros y no tendría que acomodarlos uno por uno para que no se copiaran.
Los susodichos pares se enojaron muchísimo y sugirieron que mejor se salieran los nones. Ante tal agresión, los nones se pusieron a gritar a los pares que se largaran de una buena vez, para poder empezar el examen. Los pares se molestaron ante la prepotencia de los nones y, para fregar, se negaban a salirse. Todo ello como si yo no existiera o no fuera capaz de dar órdenes. Tuve que amenazarlos.
Cuando al fin estuve a solas con los nones, y repartí las hojas de alvéolos, y todos se pusieron a contestar muy calladitos, me empezó a dar sueño. Para combatirlo, le envié un mensaje al Mol, preguntándole cómo estaba. En ese momento empezaron a sonar algunos celulares de los alumnos, ante lo cual reaccioné con enorme firmeza y nuevas amenazas. “¿A quién se le ocurre dejar los celulares prendidos a la hora del examen?”, pregunté, y en ese justo momento se escuchó el sonido de mi propio celular, anunciando la respuesta a mi mensaje. Se atacaron de risa.
Como seguía con mucho sueño y el Mol me había respondido que estaba muy ocupado, me puse a revisar mis mensajes para borrar los que ya no servían. A los 10 o 15 minutos me di cuenta de que, aprovechando que yo estaba muy atareada con el celular, se estaban copiando. Volví a amenazarlos.
A la hora de entregar, todos se hicieron bola en mi mesa. Para cuando me di cuenta, ya se habían robado algunos de los exámenes tipo “B”, que seguramente venderán a los que presentan mañana.
Todo lo anterior, o casi, se repitió con las pares.

lunes, junio 12

Homesick

Hay personas que son como nuestra casa. Puede ser que no las veamos durante meses, o acaso años, pero siempre las recordamos cuando nos sentimos nostálgicos. Una sola palabra puede convertirse en un lugar calientito para descansar. En ocasiones basta con un tono de voz.
Conectarse a una misma no es fácil en un mundo como el nuestro, en una ciudad así, poblada de pequeños mundos personales intentando salir al paso.
No sé cuándo escribí este texto, antes no les ponía fecha, pero recuerdo que la mañana era idéntica:

Recostada en el cuerpo se quitó los zapatos y ahora reposa en su tierra, en los suaves latidos de su pecho. Enseguida baja descalza, toma con cuidado la carne humedecida, se desliza en la sangre hasta llegar a las plantas de los pies.
Más allá del corazón hay un jardín, otra manera de seguir bajando, una niña que a la sombra de un árbol lee las cartas del Tarot.
Sus ojos se detienen en el instante en que te encuentra:
As de bastos en el jardín eres la niña el corazón de la niña eres el sol, esta melancolía de bajar con pies descalzos.

domingo, junio 11

La Jojo en campaña


Comenta la pequeña Marijose que nadie va a votar por Patricia Mercado, porque no va a ganar. “Es que los hombres no dejan pasar”, exclama.
Se puso la camiseta de Andrés Manuel que le trajo Cuitláhuac (es su nueva piyama) y dijo: “al menos él también es de izquierda.”
“Te voy a tomar una foto para ponerla en el blog”, le digo. “Okey”, responde, “nomás explica ahí todo lo que me has dicho a mí sobre eso, para que se sepa por qué me la puse. Ya ves que la gente no sabe lo de los pobres y por eso lo odian.”
Esta niña me encanta...

sábado, junio 10

Columna


Literespacio / Dietas, debates y Patricia Mercado
Dulce María González
El Norte

En esta época de efervescencia política, me llaman la atención los extremos. Tengo amigos escritores que, dejándose llevar por la pasión, abandonaron lo suyo para echarse un clavado en las aguas del compromiso político y/o la neurosis preelectoral.


Otros se ocupan de mantener armónicas sus vidas privadas en medio de tanto escándalo. Si los humanos de la Edad Media buscaban la paz en la tranquilidad de los monasterios, a través de la oración, nosotros buscamos nuestro centro haciendo una dieta de vegetales crudos, levantándonos a correr por las mañanas, meditando para aquietar la mente, el espíritu, el corazón.


A los hombres del Siglo 20, dice Sloterdijk, no les quedaba otra que vivir en medio de una explosión. Y después de esa pesadez ideológica, social, política, el hombre del Siglo 21 es un ser "en cuyos ojos se reflejan 3 mil años de civilización desde el ángulo de su propio cansancio, de su propia depresión, de sus propias tendencias a replegarse". De ahí el anhelo de ligereza, de descanso.


La vieja Teoría Crítica (léase Vieja Izquierda) ve el mundo capitalista sumido en una permanente decadencia. Incluso quedan algunos que aún creen en soluciones mesiánicas. Por su parte, la derecha se ve a sí misma con una especie de fervor religioso, en el cual el bien está del lado de la tradición, de la continuidad, de lo envejecido, de los zombies. La mayoría, y esto es una lástima, se deja llevar por el desencanto, la indiferencia, la apatía.


El asunto, dice Sloterdijk, es de perspectiva. Dado que se nos enseñó a pensar desde el final, o en un final diferido, es fácil caer en el desconsuelo. No estamos acostumbrados a pensar en los momentos iniciales, en los amaneceres, en las iniciativas. Se nos dificulta ver el mundo "como partiendo de los ojos de un niño al que de entrada se le ha prometido todo". Es por eso que en los debates de los candidatos sólo podemos advertir los extremos: es lo que nuestros ojos están habituados a ver.


En lo personal, me parece interesante el acto mismo del debate; considero que es uno de los signos de nuestra recién nacida democracia. No porque ahí se expongan las propuestas o las ideas fundamentales de los candidatos, ya que es obvio que se trata, en primer lugar, de dirigirse a una masa que espera otra cosa.


Tampoco me apasiona analizar los movimientos estratégicos de cada uno: la administración que hacen de los ataques, las defensas o los intentos de persuadir, de acuerdo al tiempo y la secuencia de turnos. Me interesa porque nos da oportunidad de conocer a los candidatos un poco más, de verlos en pleno ejercicio del diálogo.


Y si atendemos al asunto de los inicios, de las iniciativas, la participación en estos actos de una mujer radical y valiente, convencida de sus ideas, segura de su papel; una mujer que se atreve a declarar su pertenencia a una "izquierda de valores", es ya una esperanza de que los amaneceres son posibles.


Los grandes cambios no pueden llevarse a cabo sin trastocar los viejos órdenes, sin subvertirlos. En este sentido, la participación de Patricia Mercado me parece subversiva, lo cual la convierte en agente de cambio, independientemente de sus expectativas o posibilidades dentro del proceso electoral.


Para empezar, habla de lo que, en el antiguo orden, no estaba permitido: los derechos de los homosexuales, la injusta situación laboral y social de las mujeres, la necesidad de libertad sindical y de participación política de los ciudadanos en las instituciones desde su singularidad.


De esta manera, da presencia a las minorías de las que nadie se ocupa e importancia a temas que, por falta de madurez política y/o por estrategia electoral nadie se permite debatir.


"¿Quién dijo que todo está perdido?", dice una canción que quizá deberíamos escuchar en estos días agitados, mientras degustamos nuestra dieta cruda o hacemos ejercicio en la caminadora. Así sea.

miércoles, junio 7

El pequeño bilingüe

Héctor Dino, Nora y Héctor Pablo

Hace unos días, mi primo Gera y yo nos pusimos a torturar al Mol con anécdotas de la familia. Hoy caí en cuenta de que se nos pasó contarle de mi sobrino Héctor Pablo y, como ayer fue su cumple (2 añitos en el planeta), recordé la omisión.
El caso es que mi hermano Héctor Dino es muy especial con el pequeño Héctor Pablo. Desde bebé lo ponen a ver los devedés de Baby Einstein, lo llevan a “clases” de psicomotricidad, etcétera. Pero lo más padre es que, para que el niño no sufra cuando quiere expresar algo y no puede, le empezaron a poner videos donde enseñan a utilizar el lenguaje de los sordo-mudos, de manera que Héctor Pablo puede decir muchísimas cosas con las manitas, pero no habla.
Le pregunté a una amiga psicoanalista qué piensa y ella respondió que seguramente no habla porque no tiene necesidad de hacerlo, que apenas entrando al kinder lo hará y será, de una manera muy singular, un niño bilingüe.
Además de darse a entender sin hablar, Héctor Pablo tiraniza a sus papás valiéndose de gruñidos, a los que ellos siempre, invariablemente, reaccionan: Le muestran cosas a ver qué quiere, lo abrazan, lo llevan a ver al perro, etcétera. Un verdadero príncipe.
A propos del Mol, Héctor Pablo es su tocayo, ya que es el 666 de la familia: nació el día 6, del mes 6, a las 6 de la mañana.
Hola, chaparro.

martes, junio 6

Detallitos del debate

A Madrazo le temblaban las manos y se la pasó golpeando los micrófonos. Pobre. Se veía tan pequeño al lado de sus contrincantes, que apenas se escuchaban sus palabras. Su discurso es más de lo mismo y a nadie parece interesarle. Palabrerío.
Campa cambió la cara de payaso que me gustaba tanto por una sonrisa espantosa. Me aburrí mucho porque ya no gritaba ni ponía su gesto de malo tan divertido. Me gustó lo que dijo de que al procurador lo debe elegir el congreso. Por cierto, ahora sí se vistió bien, se ve que cambió de asesor de imagen.
Patricia Mercado llegó impecable, como siempre; pero se vio menos segura que en el primer debate. Tartamudeaba y se equivocaba al hablar, pero desde mi punto de vista sigue siendo la más radical y valiente de todos. Me gusta cómo siempre ve las cosas desde una perspectiva diferente y se atreve a profundizar en los temas. Su frase de la noche: "Ésta es una izquierda de valores".
Calderón es definitivamente el mejor orador, pero se la pasó enumerando promesas sin un discurso sólido de fondo y echándole a Andrés Manuel. Es tan perfecto en el púlpito, que ni ganas dan de hablar de él. Lo de siempre: la continuidad, atraer la inversión extranjera, etcétera. Habla como si todos los mexicanos fuéramos de clase media para arriba. No me refiero al contenido, sino al interlocutor al que apela.
Andrés Manuel llegó con la crobata chueca, una espinilla horrible debajo de la boca y otras por allá de la ceja. Se balanceaba demasiado; colocaba su peso ora en una pierna, ora en la otra. Seguramente le dolían las patas. Todo lo que dijo estaba apoyado en lo ideológico, no hacía promesas huecas y sus propuestas sonaban razonables, sólidas. Le dio unos cuantos catorrazos a Calderón, pero no tan fuertes. Me gustó cuando dijo que la solución al problema de la delincuencia es económico y social, de oportunidades. Muy listo el hombre. Los otros andban con que el sistema de denuncias (qué horror), el endurecimiento del ejército y esas cosas que dan miedo. Su frase de la noche: "Yo no odio, soy un hombre feliz."
Sí, sí, ya sé: basta.

Se lo andan ajusticiando

Mientras son peras o son manzanas, el atentado contra la esposa de Carlos Ahumada está a punto de dejarnos sin candidato.
Ya veremos si López Obrador logra sobrevivir a este fatídico 666.
Adios al voto útil, por lo pronto.
PD: ¿Dónde andarán mis amigos politólogos, de quienes me alejé por motivos de mareo y vómito preelectorero? Hoy me hacen falta :S
Bueno, ya. A trabajar.

domingo, junio 4

Mi humana favorita

Me llama Nelly y le cuento mi sueño:

Voy manejando por una calle de Monterrey y de pronto veo en el cielo la imagen de una esfera enorme. Es una especie de planeta de plasma, de colores muy bellos, y se mueve apenas, dejando caer un extraño líquido hacia la Tierra. Pienso (dentro del sueño): tengo que hablarle a Nelly para que voltee a ver el cielo, pero me doy cuenta de que no traigo el celular. Entonces me voy corriendo hacia el lugar donde lo dejé olvidado, aún sabiendo que, al avanzar en dirección contraria, me estoy perdiendo el espectáculo.

--¿Tu qué crees que significa ese sueño? --le pregunto.
--Significa que el amor existe --responde ella, con mucha seguridad.
--Ah, sí --le digo--, ya entendí todo.

En fin, ya basta de postear.
PD de las 10:02: Ya entendí de verdad, qué mensa =)
Hola, Nelly

Mi pareja favorita

Pache y Monnie

La consen
Monnie comentó hoy mis entradas, con lo cual me doy cuenta de que me lee con frecuencia. Es la hija postiza más bonita que tengo y con la única que me siento a tomar rones para platicar de la vida y las arañas. Es súper inteligente y actualmente trabaja en un proyecto para televisa. Hola, Monnie.

Pache
Dijo que durante la semana se saboreó la plática geek que tendríamos en mi área, ya que está tomando la clase de Cultura y Desarrollo del Mundo en verano y sabe que los temas me encantan. Platicamos del mundo premoderno y el arribo de la modernidad, del significado de Occidente, de Nietzsche y de la democracia, mientras comíamos tostadas con frijoles. El pastiche de temas resultó sabroso, pero acabó con mi energía de la semana. Hola, Pache.

viernes, junio 2

Ya lo encontré!

(La clave era precisamente ésa: el padre Amaro)

Liter Espacio/ El Padre Amaro, los poetas y los ángeles
Por
Dulce María González
7 de septiembre de 2002
El Norte

Platicaba con un amigo acerca de Vicente Leñero, sus obras costumbristas de antes, el fracaso de su escuela de teatro, el éxito de sus talleres de dramaturgia y también aquello que se dijo hace años acerca de que lo habían querido envenenar. Fue entonces que me vino a la mente la película "El Crimen del Padre Amaro" (México-España, 2002).
Dirigido por Carlos Carrera, este filme fue precedido por una amplia polémica que desvió la atención del público al subrayar el aspecto crítico del argumento en relación a la corrupción y el poder ejercidos por la Iglesia como institución.
Más allá de esta discusión, así como de la censura de que fue objeto la película por parte de grupos conservadores mexicanos, llama la atención el excelente trabajo realizado por la mancuerna Carrera-Leñero.
Contrariamente a lo que sucede en guiones como el de Vallejo, en "La Virgen de los Sicarios", cuyos diálogos inverosímiles y discursos autorales en boca de los personajes desmerecen el trabajo propiamente cinematográfico, "El Crimen del Padre Amaro" parece asentarse sólidamente en la efectividad de un guión, cuyos cimientos dan oportunidad a la construcción de un lenguaje cinematográfico interesante y fluido. A esto habría que agregar un trabajo actoral también sostenido, firme, y una dirección pulcra centrada en el conflicto humano que presenta la adaptación realizada por Leñero de la novela del portugués Eca de Queiros.
"El Crimen del Padre Amaro" aborda la historia de un personaje con vocación de servicio, un joven que ha elegido el camino de la virtud y que al salir del seminario se enfrenta con la realidad del mundo. Poco a poco la situación lo irá cercando, cerrándole opciones a partir de códigos sociales e institucionales que el joven sacerdote no es capaz de franquear. En "El Crimen del Padre Amaro" cada personaje se ve envuelto en su personal tragedia; la realidad del mundo los ha convertido en títeres, seres en manos del destino.
El argumento de esta película me recordó el filme "Faraway, so Close" (1993), de Wim Wenders. En este trabajo del director alemán, un ángel guardián cae a la tierra en un instante de crisis en el cual intenta salvar a un niño. En un primer momento, el ángel se enamora del planeta. Maravillado de los colores, de sentir el peso de su cuerpo, se pone a saltar y a correr como un pequeño. No obstante, apenas inicia a moverse entre los mortales empiezan los problemas. Qué difícil es hacer lo correcto, se dice constantemente, no imaginaba que era tan complicado ser un hombre cualquiera.
En ambas películas, la de Carrera y la de Wenders, aparece el tema de la imposibilidad de la virtud. En ambos casos (el ángel y el sacerdote), el proyecto de perfección sublime se viene abajo cuando se dan cuenta de que estar en el mundo es jugar sus juegos, avanzar o retroceder en un tablero que posee sus propios códigos y pone al descubierto el error, lo incierto, las mil imperfecciones que constituyen lo humano. Sin embargo, mientras el ángel de Wenders intenta encontrar nuevas maneras de "hacer lo correcto", el sacerdote de Eca de Queiros y de Carrera se entrega a la apariencia de perfección, a la imagen. Aquí no se trata de ser virtuoso, sino de parecerlo.
Estamos hablando del rostro de la oficialidad, de sus códigos, de sus imágenes sostenidas a costa de lo que sea.
Durante la presentación del nuevo poemario del jalisciense Ricardo Yáñez, titulado "Estrella oída" (Ediciones El Aduanero - UAM, 2002), efectuada el pasado 3 de septiembre en Arte AC, el poeta Julián Herbert se refirió a los protocolos de la oficialidad literaria.
Para ser reconocido institucionalmente, un escritor debe ganar ciertos premios, publicar en determinadas editoriales y, por supuesto (esto no lo dijo Julián, pero lo repitió Ibargüengoitia decenas de veces), debe mantenerse cerca de cierta gente y evitar a cierta otra, alabar el trabajo de algunos y despotricar en contra de otros, etcétera.
No obstante esto, y de acuerdo con Herbert, son precisamente algunos de los poetas no oficiales quienes han formado, a través de la lectura de su obra, a las nuevas generaciones de escritores. Totalmente alejados de las mafias y de la moda poética, desentendidos de lo que sucede en el mundo de la oficialidad, se dedican a crear sus obras centrándose en el trabajo, en el oficio. Uno de ellos es Ricardo Yáñez.
En su afán por alcanzar la sencillez, la estricta pureza de la imagen, Yáñez acude a la brevedad, a la concreción de una palabra capaz de abrirse a otra cosa, de marcharse a otra parte. El poema se torna entonces real, estalla en sí, se nos vuelve un asunto propio y a la vez inalcanzable: "En embriaguez, sin llaves, se dirige/ hacia el castillo de la luz que habita".
Como es su inevitable costumbre, Ricardo Yáñez lloró la noche del martes durante su lectura. Entre contener o dejar salir las emociones se la pasó un buen rato. Entonces, de improviso, anunció que se iba a poner de pie porque sentado le resultaba imposible y, para nuestra sorpresa, se puso a cantar. Este Ricardo no se sabe las reglas, me dije, se está saliendo del juego. Y, sin embargo, el momento transcurrió en medio de una gran belleza.
El caso es que la belleza se encuentra en todas partes. Dentro y fuera del tablero de la oficialidad. En las equivocaciones de un ángel caído o las pasiones humanas de un sacerdote inmerso en el mundo. En la total imperfección que no podemos dejar de ser.
Bien lo dice Yáñez en su poemario: Lo nuestro es "la belleza caída de las hojas comidas de gusanos".

Mi vida en rosa

Estaba buscando un artículo que escribí sobre Ricardo Yáñez. Quería postearlo, ahora que está en Monterrey. Pura nostalgia. Me fui a los archivos de El Norte y no lo encontré, revisé en mi disco duro y tampoco. Entonces me fui al archivo de cartas enviadas a mi exeditor del peiper, ya que, entre ellas, están los envíos de artículos. Pues tampoco ahí encontré el dichoso texto. Se llamaba "Los poetas y los ángeles" y recuerdo que hablaba ahí de la poesía de Ricardo y del Padre Amaro. ¿Cómo le hice para dar a luz tremenda capirotada? No lo sé, pero recuerdo que me gustó el resultado.
El caso es que, buscando en el archivo de las cartas a Car, me topé con la narración de mi propia vida durante los últimos 5 años. Estoy conciente de esas cartas, incluso hablé de ellas en una novela que recién terminé de escribir, pero las había citado de memoria: o sea, no las había releído.
¿Cómo puede ser que una escritora sea tan cursi cuando habla de ella misma? En las cartas hay de todo: narraciones de choques, de dolores de panza, de descomposturas de computadoras, de tormentos existenciales y todo tipo de quejas a la vida, al trabajo, etcéteras.
Todo está narrado desde una posición tan extraña, tan rosa.
Lástima que los discos duros de los otros no sean como el blog.
Ya las hubiera borrado.
PD: Esta entrada se autodestruirá en un mes, máximo.

jueves, junio 1

Junio

Parece que bajé de la montaña rusa. No canto victoria, pero me tiemblan las rodillas. Me interno en junio, cuidadosa, vigilando cada paso.
Pensé en hacer un esfuerzo antes de irme a trabajar (esfuerzo de mar en calma, de brisa, de ver el techo desde tu cama con el aire acondicionado encendido), que me permitiera seguir escribiendo para mis amigos (escribir novelas es otra cosa). Pero me encontré con un texto hermoso y ya no pude. A veces siento que ya todo está escrito.