sábado, diciembre 4

Una se pregunta (con acuse de recibo)

¿El juego de la escritura un asunto de competencia? En todo caso es una competencia en el sentido de ser capaz. ¿De responder?, ¿de hablar al otro desde un lugar incierto? ¿Y qué es eso que se dice cuando prescindimos de la carne (o de su imagen al menos)?, ¿desde dónde se escribe y a quién? ¿Acaso no estamos hablando aquí de la competencia literaria, de la capacidad de co-rresponder, postear?, ¿no es éste un asunto relacionado con el género epistolar?

¡Ah!, lo olvidaba, o estaba a punto de: aquello que tus ojos dejan caer al alma son los códigos mismos. De eso no hay duda. Y si no produjera alivio ver esa raya electrónica o de cualquier tipo, si no deseáramos (en ocasiones con urgencia) meternos esos signos arbitrarios en el alma, o en el espíritu, o en donde sea, entonces nadie andaría por ahí asomándose por el ojo de la cerradura (electrónica o no). ¿No es acaso un alivio jugar a la seducción? Este juego nos acerca a otros y se lleva a cabo en lo profundo. Atraer unos ojos, conquistar una mirada sobre este cuerpo de signos.

Tus pupilas son el territorio.

¿Te parece pérdida de tiempo o es simplemente que intentas negar que existes, que insistes?

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