domingo, enero 9

¡Un poco de luz, plis!

Citar a Derrida, especialmente en este libro en el cual habla sobre el diálogo, el sentido del envío, la escritura de la carta y su destino (al que no siempre llega la carta, el mail, el post), sobre la reproducción literaria y artística; citar a Derrida especialmente en este libro, decía, es entrar de alguna manera a su juego: el juego de la escritura de la carta.

“La tarjeta postal” es un ensayo, pero también es una serie de cartas enviadas a alguien desconocido y al mismo tiempo a cada uno de quienes leemos. Es volver a pensar a Platón al "recibirlo", y es un intento de que la escritura se reproduzca ("reenviar" el diálogo, lanzarlo más adelante).

Ahora sí: resulta que en este acto de reproducción escribo de nuevo lo escrito y lo envío a alguien que entenderá el código, y a quien imagine ese código, y a quien generosamente dialogue comigo, y a mí misma. Entendámonos: estoy hablando a alguien (alguienes) y le (les) digo que contarnos nuestra historia es bla bla bla, que perdonarnos es bla bla bla, que recibir es bla bla bla, en un discurso que es y no el de Derrida, con palabras que también me pertenecen; de manera que quien escribe queda borrado y el significado se multiplica: un texto sin firma, un mensaje dentro de una botella y una botella flotando en el mar. (¿Adónde irá a parar?)

Aunque, como dice Derrida, mi destinatario sea único (he ahí la interesante complicación).