viernes, agosto 26

Gran final

--Yo sí voy a comprar un carro bueno –dice Cuitláhuac a Marijose apenas llegamos a la sesión de trabajo.
Se queda muda, lo ve como si fuera un adivino o un sabio.
--Lo leyó en el blog –le digo—: escribí lo que piensas acerca de los escritores.
Se sienta a un lado de Coral, ignorando tanto mi explicación, como la declaración de Cuitláhuac. Anuncia que quiere un trozo de pastel para comerlo mientras trabajamos.
Nos ponemos a discutir apasionadamente sobre la tradición, la herencia, el contacto con modelos literarios ajenos y su posterior apropiación, etcétera. Coral y yo estamos de acuerdo. Cuitláhuac se aferra al equívoco. Marijose come pastel y dibuja monos en el reverso de unas cuartillas que Coral le ha puesto enfrente para que no se aburra.
--¿Van a leer? –pregunta, apenas termina de devorar su platillo.
--Sí –respondo--, vamos a revisar un capítulo de Cuitláhuac.
--Pues empiecen a trabajar –sugiere--, ya hablaron demasiado.
Al finalizar la sesión, Dardo llega por Coral y se marchan. Cuitláhuac y yo nos sentamos a conversar en los escalones de un puente. Marijose se coloca entre los dos con cara de fastidio.
--¿Estamos esperando a Javier?—pregunta, en medio de la conversación.
--Sí –responde Cuitláhuac y continúa--: …te digo que fuma demasiado, yo no sé cómo puede escribir con tanta mota, yo pienso que…
--¿Qué es mota? –pregunta Marijose.
--Una droga –responde Cuitláhuac y enseguida--: …fuma a todas horas, le pueden dar las 5 de la mañana y él…
--Ustedes también fuman mucho –dice Marijose.
--Estamos hablando de otro tipo de cigarros –aclara Cuitláhuac y enseguida--: ...le pedí que me enseñara lo que está escribiendo y dijo que tú…
En vista de que Javier no llega, nos marchamos.
--¿Cómo se llama el amigo de Cuitláhuac? –pregunta Marijose apenas subimos al carro.
--¿Cuál?
--El escritor que es muy raro --dice--, el aburrido, del que estaban hablando.
¡Sopas!, pienso, a esta niña la estamos vacunando contra la vocación literaria.