sábado, agosto 26

Gallina desplumada

Leticia Damm envió el discurso con el cual Albert Camus recibió el Nóbel. Dice, entre otras cosas, que "el papel del escritor es inseparable de difíciles deberes. Por definición, no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino al servicio de quienes la sufren". ¿Será que de verdad es posible poner la literatura al servicio de algo o de alguien?, ¿quién en este momento tiene la fuerza para manipular algo que no le pertenece del todo?, ¿no es una obviedad decir que la literatura no está del lado de los que hacen la historia? Qué cerrazón y qué soberbia.
Cuando leo este tipo de declaraciones, cuando veo de qué manera los escritores de mediados del siglo pasado se ponían a "definir" asuntos como "el papel del escritor", me alegro de no haber participado de ese tiempo. Afortunadamente, nací el año en que le dieron a Camus el Nóbel. Para cuando tuve uso de razón, como dice mi mamá, ya se cuestionaba el dogmatismo de los sesenta, gracias al cielo.
Y luego ahí está Günter Grass, confesando estupideces que hizo a los 17 que a nadie le importan excepto a él, que anda viendo la manera de vender su nuevo libro, ya que nadie voltea a verlo. Mucho más terrible me parece la felicitación de Borges a Díaz Ordaz después de lo de Tlaltelolco. Bien calladito que se lo tenía. Y sin embargo sus cuentos y poemas siguen siendo geniales. También los monstruos escriben, señor Camus, nadie ocupa sus definiciones. Si todavía viviera, ya se lo hubieran comido vivo los posmodernos. En fin.
En cuanto al tema del gallo, no es tan fácil cantar, mucho menos cuando una es gallina y, para colmo, desplumada.
Algo tendré que hacer al respecto...

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