sábado, septiembre 29

Entre el búnker y el Fórum

LITERESPACIO / Entre el búnker y el Fórum
Dulce María González
EL NORTE
29 Sep. 07

Una de las características de quienes nos dedicamos a la escritura es el encerramiento. No es que el escritor se la pase físicamente metido en un claustro (aunque en muchos casos es así), sino que desarrolla la capacidad de andar por el mundo ensimismado.

Abrir la puerta es un peligro. El mundo tiene sus propias reglas, por lo regular incompatibles con las que un escritor ensimismado lleva en la cabeza.

Tengo una amiga escritora que debido a su trabajo tiene una vida muy activa, pero por dentro se ahoga. Quienes se dedican a otros oficios suelen sentirse ahogados cuando no salen a la banqueta. Así es la diversidad.

El caso es que el viernes de la semana pasada abrí la puerta, agarré a la pequeña Marijose y me fui con ella al Fórum. Todo un acontecimiento. Para empezar, porque es imposible permanecer encerrada cuando una se une al llamado “público en general”. La maravilla de compartir con la masa lo impide.

Llegamos a la explanada del Museo de Historia Mexicana y, de milagro, conseguimos lugar muy cerca del escenario. En el sonido local se anunció la primera llamada y enseguida, para aligerar la espera, pusieron salsa. Una pareja frente a nosotros subió a su banca y se puso a bailar. Niños corriendo en los pasillos, bebés llorando, gente eufórica.

Durante el espectáculo de los abanderados italianos del Ducado Caetano surgieron las exclamaciones, las fotografías tomadas con celular, los aplausos. Y al terminar, la masa nos arrastró al Paseo Santa Lucía entre empujones.

No conforme, la noche siguiente regresé al mismo espacio para asistir al concierto del serbio Goran Bregovic. Esa música cíngara arrebatada, tan cercana a la nuestra por su carácter trágico y a la vez festivo, por su invitación al baile y la celebración, provocó una nueva explosión de energía en el corazón de la ciudad.

Un escándalo muy de feria, de gente que olvida sus problemas y la pasa bien, disfrutando de expresiones artísticas a las que difícilmente tendría acceso en otras circunstancias.

Hay cifras difíciles de imaginar. Para mí, 5 mil millones de pesos es sólo una frase de cinco palabras. Supongo que con esa cantidad se puede alimentar a un mundo de gente y sé por los medios, los desplegados, las protestas y, sobre todo, porque así suelen ser las cosas en este país, que la organización del Fórum se llevó a cabo entre corruptelas y malversaciones. Y sin embargo, ahí estábamos, felices a mitad de la fiesta.

Más allá de lo que se afirma en los promocionales, para que el público regiomontano viva de verdad la experiencia de la diversidad cultural en el mundo, se necesita mucho más que conferencias y espectáculos.

¿Qué liga una cosa a la otra?, ¿el espectáculo de los abanderados es suficiente para comprender una región determinada de Italia?, ¿dónde está la reflexión que nos lleva a entender la música de los Balcanes?

Los organizadores han afirmado, una y otra vez, que a través del Fórum nuestra ciudad entrará en contacto con otras culturas, ¿es eso posible?

Para empezar, haría falta escuchar otras lenguas entre el “público en general”, advertir otras costumbres. Algún tipo de intercambio real, cercano. También haría falta más claridad en las conexiones entre los temas, las manifestaciones culturales y los discursos.

Desde mi punto de vista, el Fórum está resultando ser otro tipo de fenómeno. Al parecer, después de ningunear la necesidad de alimento espiritual de nuestra comunidad, después de menospreciar, o de plano ignorar, la importancia social y humana del arte, nuestras autoridades están proporcionando a los regiomontanos una oportunidad que no imaginaban.

Si lo que deseaban era un evento internacional rimbombante que les ayudara a pararse el cuello y ganar sabrá Dios qué ventajas, eso es algo que a la mayoría de los regios nos tiene sin cuidado.

Lo cierto es que, a pesar de los pesares, todo indica que la comunidad regia saldrá ganando en el terreno de la sensibilización humana, a través del contacto con las manifestaciones artísticas, área que a las autoridades nunca les ha quitado el sueño. Prueba de ello es la manera en que tratan a sus propios creadores.

El domingo decidimos por unanimidad que, como diría nuestra querida narradora Patricia Laurent, ya era suficiente de “andar de pata de perro” por el Fórum, al menos durante ese fin de semana.

La niña se fue al deportivo con la familia de su papá y yo me encerré en mi búnker, dispuesta a ver una película y vivir esas otras historias que ocurren dentro, mientras permanecemos con las puertas cerradas.