sábado, julio 5

Nuestro verano

Publicado en la columna Literespacio, sección Vida, periódico El Norte, de Monterrey

Para Marcelo, siempre

Los veranos en Monterrey son hirvientes, asfixiantes, cegadores. Las calles arden bajo nuestros pies y la poderosa luz del Sol pareciera absorber nuestros cuerpos. Aún así, o quizá precisamente por ello, los veranos en nuestra ciudad son poéticos.

Jeannette Clariond presentó su nuevo poemario en el Colegio Civil Centro Cultural Universitario. El calor de la noche era intenso y la pequeña sala de presentación, con la frescura del aire acondicionado, la oscuridad, el video que se proyectaba en el que el agua del mar rompía en olas, fue una isla a mitad de la sequía, un oasis en pleno centro de la Ciudad.

La lectura en atril que siguió al video se convirtió en espectáculo: los poemas tomaron forma y fueron voz, luz, imagen.

El texto de presentación de Luis Aguilar dio lugar al diálogo. En lugar del tedioso monólogo de siempre, el presentador se transformó en personaje teatral: cuestionaba a la poeta y a los poemas, comentaba, se ponía enfrente. Como en el coro griego, representaba las voces de quienes veíamos y escuchábamos desde el público.

Fueron los más jóvenes quienes iniciaron esta nueva manera de presentar libros, que en realidad es una vieja manera, la más antigua. Minerva Reynosa, Gabriela Torres y Óscar David López, entre otros, suelen salir a leer con vestuario, con una historia detrás, una construcción estética de la que el libro forma parte.

Decir poemas como si cantáramos. Enriquecerlos con cierto tipo de luz, con determinada imagen, con el sonido del mar. Realizar la puesta en escena de la palabra. Y sumergirnos en ella.

Respirar.

"Agua", dice Jeannette en el epílogo de su poemario. "Agua sin luz a la sombra de la luz. Agua creciendo desde el fondo./ Borbotones manan bajo el puente./ Las pilastras toleran la calamidad. Luego del remanso el fluir/ de los reflejos en el río./ Hablas de la primera voz, y no la oyes./ El río deja su estela doliente/ y avanza./ Caminas la orilla y observas el coro de los pájaros,/ el brillo dorado sobre las piedras./ Te detienes frente al cristal./ Un pequeño insecto de cuarzo te recuerda que existe un destino...".

Unos días después del espectáculo de Jeannette, Ofelia Pérez-Sepúlveda presentó un poemario como si se tratara de un disco. Los presentadores no eran escritores, sino músicos. Leer poemas como cantar un corrido. La atmósfera norestense, las voces de Sergio y Dolores, integrantes de Música Maestro, haciendo presentes a los personajes que Ofelia rescata en su libro. Poemas que intentan decir las cosas de los otros, sus mundos. La poeta se hace a un lado, los deja hablar a ellos. Un coro en el que no vemos los rostros, pero escuchamos lo que dicen. Trozos de vida contada, cantada.

Después de muchos veranos disfrutando de las lecturas que, bajo el título "Versos veraniegos", organizó Conarte en la Galería Regia, el organismo presentó recientemente una antología de participantes, clausurando así el evento que se había convertido en una tradición.

Ese tipo de grietas dan lugar a nuevos proyectos a través de los cuales se renuevan las tradiciones. Es así como la revista literaria Posdata, en coordinación con el Colegio Civil Centro Cultural Universitario, inició el pasado miércoles el Primer Ciclo de Poesía 2008 Verso Norte, que se llevará a cabo cada semana a lo largo de 10 sesiones.

Lo original es que no se prioriza la novedad en el formato, ya que en las lecturas de Posdata la gente con trayectoria y, por lo mismo, muy vista (escuchada) leerán su trabajo cada miércoles al lado de las nuevas caras (voces).

Por último, aunque quizá debí empezar por ahí, hoy se llevará a cabo el Maratón Literario organizado por Conarte en el espacio al aire libre del Teatro de la Ciudad. Todo un banquete para los amantes de las letras. El evento dará inicio a las 10 de la mañana y terminará 12 horas más tarde.

Tal es el estado de cosas: el verano cargado de letras, los osos bajando de las montañas, los niños levantándose a medio día, mi hijo Marcelo iniciando el viaje de su vida y, para rematar, la lluvia.

¿Qué más se puede pedir a esta ciudad ingrata, contaminada, violenta?

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