domingo, diciembre 5

A vuelta de correo



Carlos Aldamas envía una carta donde comenta ciertas coincidencias argumentales entre el filme Sunset Boulevard, de Billy Wilder (1950), y la novela Aura, de Carlos Fuentes (1962). ¿Será posible que, al ver la película, Fuentes se haya enamorado de su trama?, pregunta Aldamas.

Mucho se ha hablado sobre los posibles orígenes o influencias en Aura. Algunos nos hemos preguntado, dada la semejanza de la novela con el cuento La cena, si la novela no es un homenaje a Alfonso Reyes, a quien Fuentes frecuentó y admiró (la cercanía entre ambos es harto conocida y abordada por Fuentes, entre otros, en uno de los ensayos de Tiempo mexicano). Otros aseguran que Fuentes tomó la idea, y sobre todo la atmósfera, de Otra vuelta de tuerca, de Henry James. He aquí el planteamiento de Aldamas:

"Hoy, cuando la mañana estaba heladísima, disfruté una película fabulosa: Sunset Boulevard, de Billy Wilder. A medida que fueron avanzando las escenas advertí los enredos con los sueños, la locura, la pasión que todo consume, la incongruencia con la realidad, los giros incomprensibles. Una trama deslumbrante; predecible, pero gloriosa. Ya por la noche, pensando en la historia de una anciana loca que habita en un espacio donde el tiempo no ha pasado y que más tarde se apasiona con un joven gallardo, me di cuenta que la sensación que sentí mientras veía la película era debido a que antes había leído un pasaje similar en Aura, de Carlos Fuentes. Recordé el año de la película: 1950; luego busqué el libro y constaté la fecha de la primera edición: 1962. ¿Será posible que Carlos Fuentes haya visto Sunset Boulevard y se haya enamorado de su trama?"

Este asunto me llevó de nuevo a mi tema obsesivo de la temporada: la idea de la reproducción. Recordé la propuesta de Oscar Wilde en El retrato de Mr WH, novela corta en la que el autor investiga la identidad del posible destinatario de los sonetos de Shakespeare. Aquí, Wilde asegura que el arte no es otra cosa que una reproducción, una representación. ¿Cuál es la importancia de que Fuentes se haya dejado influir por James, por Reyes, que haya tomado su idea de Wilder? Volver a presentar, volver a decir: he ahí el “misterio” del que habla Derrida. Platón lo pone muy claro, un poco en El banquete y otro tanto en El Fedro: la eternidad de la sangre está en la descendencia, pero hay otro tipo de reproducción: la de la poesía y el arte.

En todo caso, y pensando en mi otro tema obsesivo (al que he titulado: “la vida disfrutable”), la importancia de este enredo reside en el gozo que significa para algunos la puesta en acto de una investigación detectivesca. De ahí el entusiasmo con que Wilde no sólo defiende a los estafadores, sino que les sigue la pista. El artista es siempre un falsificador, asegura, alguien que sobrepone su personal copia a algún original localizado en la vida, en la cultura, en la naturaleza (y en este punto se nos devela un romántico). Para Wilde, un artista es alguien que no sólo reproduce originales de manera genial, sino que sabe engañar. El verdadero creador, dice, sobrepone un personaje al propio, se reproduce a sí mismo y hace del mundo un escenario, de la vida una obra de creación. Oremos.

Posdata: queda pendiente el comentario a una carta de Eliot Benítez (su escritura siempre en la frontera entre la lucidez extrema y lo poético) sobre lo desconocido/imposible en Rimbaud y el pensamiento femenino.

Saludes.