lunes, enero 3

Compleja, en una palabra

Aunque, más allá de su vocación crítica, la escritura de Elfriede Jelinek resulte agresiva en relación a la sociedad, a la cultura y al lector mismo, sus novelas son la prueba de que aún ahora es posible encontrar literatura conmovedora en el sentido literal y metafórico del término: novelas que son una tormenta de la que nadie se salva.

Su cinismo violento es preferible a la cómoda actitud de Laura Restrepo, por ejemplo, que en “Delirio” nos muestra la mejor manera de escribir una novela técnicamente adecuada (decente), pero que jamás ahonda en nada, ni nos mueve a otra cosa que no sea a bostezar.

Leyendo a Jelinek una revalora la palabra: “compleja”, que tiene sabor a “interesante”. También se le esfuman a una los miedos que le provocan buscar siempre una sencillez cotidiana y personal que ni existe, ni es tan recomendable.

Aunque la mujer "real", o quien creo que es ella (ese invento de la autora, la “humana” en mi cabeza) me sea tan antipática.