sábado, enero 29

Reflexiones ociosas sobre la muerte del cine

To JM Lozano

a) La intervención

El viernes pasado, durante el ciclo de conferencias“Butaca y diván, aproximaciones desde el cine y el psicoanálisis”, Jesús Mario Lozano abordó el tema de la muerte del cine a partir de un texto de Felix Guattari. No llegué a la exposición, pero en el espacio de preguntas el crítico de cine Guillermo Cerda cuestionó la tesis de Guattari con el argumento de que la muerte del arte es un asunto sensentero.

Independientemente de que el tema es anterior a los 60, como lo aclaró en su momento Jesús Mario, me pregunto si los cuestionamientos de los sesentas se pueden descartar sólo por considerarse pasados de moda. El hecho de que tal pensamiento resulte dudoso actualmente tiene sus argumentos, no se trata de un axioma el tal descarte, ni se le puede legitimar a partir de una “tendencia” (en el sentido que se da a esta palabra en el mundo fashion).

b) La postura de Guattari (expuesta por JM en el espacio de preguntas)

En su respuesta a Cerda, Jesús Mario habló de que, de acuerdo a Guattari y a muchos otros pensadores, el lenguaje cinematográfico está gastado, que los nuevos cineastas no hacen sino repetir a los maestros, que no ha surgido, ni parece haber posibilidad de que surja, una nueva manera de expresión cinematográfica.

c) ¿Cómo es una obra de arte?

Una de las pocas cosas que me convencen de esa gran perorata que es “El canon occidental” de Harold Bloom es su idea de que uno puede reconocer una obra de arte por su grado de “extrañeza”.

Lo extraño siempre me ha parecido extraño. Lo extraño, extrañamente, nos pone en contacto con cierta parte interna, digamos, espiritual. Lo extraño nos provoca esa maravilla de alejarnos de la obra y a la vez sentirla como algo propio. No entendemos del todo, pero somos, existimos con la obra, la (nos) experimentamos.
Si nos detenemos en ese primer instante a pensar, a reflexionar, a interpretar, la experiencia desaparece. La experiencia estética es un momento de vida y la vida no se piensa, sino que se vive. La reflexión es posterior, y se encuentra marcada por esa huella de la experiencia sin nombre, la vivencia sin palabras (estamos con Adorno, of course).

d) La idea de “lo nuevo” y los muertos

Me pregunto si lo extraño se deriva forzosamente de lo nuevo. Pienso en la idea del arte como reproducción. Estoy hablando, como siempre, de Platón; pero también de la idea de reproducción en Derrida. El artista (como el escritor) se forma reproduciendo lenguajes, volviendo a decir lo dicho de la misma manera. Pero en ese volver a decir (que frecuentemente es volver a decir lo de los muertos, lo de los grandes maestros muertos), forzosamente hay una diferencia: la vida del que dice, su sello vital sobre lo ya dicho.

El lenguaje propio de un escritor es siempre una mezcla singular (propia) de lenguajes de otros, la propia sopa (o ensalada) de influencias. Aún si volviéramos a filmar, se me ocurre y por seguir con Platón, “Muerte en Venecia”, ¿no estaríamos creando algo diferente? Es pregunta.

e) La repetición y lo inédito

Ahora, una anécdota. Andaba yo muy metida en esto de la reproducción, que en literatura resulta un modo de decir al que actualmente se acude cantidad y que, paradójicamente, abre un espectro infinito de posibilidades, cuando se me ocurrió repetir ciertas palabras que había escrito X o Y. El mensaje que le regresé era idéntico al que él mismo había enviado y, sin embargo, diferente; había adquirido un nuevo sentido y parecía (se escuchaba, se leía) como recién salido del cascarón: palabras viejas, o usadas, o ajenas, que re-significaron simple y sencillamente porque las dijo otro, en un momento diferente, a partir de una circunstancia que había cambiado.

Anoto otro caso: una novela en la que se cuentan novelas. Por ejemplo, la de David Toscana, donde el último de los lectores, el, digamos, enterrador de esos libros muertos, les da nueva vida al contárselos a alguien, al hacer relaciones entre unos y otros, entre las novelas y la realidad.

No hay un lenguaje nuevo o inédito, pero el repetir los viejos lenguajes de cierto modo y con un fin diferente es ya un nuevo lenguaje. (Me estoy viendo demasiado posmoderna, ya sé).

f) Lefty “de nuevo”

Una cita de Lefty al respecto: “Lo que debe hacer uno es mantener el disfrute, mantener lo ganado con cada palabra, de manera que rinda su verdad de aquello que fácilmente se arroja como 'pensamiento': si uno atiende a la palabra ganada, a la palabra recibida, uno muy rápido llega, en la mediación con lo dicho, a la in-finitud del límite”.

g) Gran finale

Todo este palabrerío es para decir que habría que cuestionar ese viejo prejuicio de que es necesario decir las cosas con un “nuevo lenguaje” o, al menos, preguntarnos por lo que entendemos con ese término. La palabra misma, “lenguaje”, me suena a infinito, a eternidad dentro de sus límites (sus reglas).

h) Qué delicia de tema.