sábado, marzo 5

La experiencia de la imagen


Para empezar, la entrada: un portón hacia lo imposible. La página de Oswaldo Ruiz es demasiado, me digo, acaso porque siempre que la visito me conmuevo. ¿Cómo lo hace?

Los pliegues del cuerpo, la extraña incomodidad de lo orgánico.

Los mejores momentos del goce tienen relación con lo insoportable. Enseguida, ante mis ojos, llega la posibilidad de la muerte: esto es un tormento sado. Si el cuerpo, cualquier parte del cuerpo, en especial la más irreconocible, nos provoca tal experiencia (no poder despegarnos de la imagen y, al mismo tiempo, sentir la urgencia de largarnos), es quizá porque a través de esa vida que somos en lo concreto (carne, piel, huesos) algo atisbamos de su contrario (muerte, degradación, nigredo).

Después esas gasolineras en medio de la noche, de la nada. Estaciones con su letrero de PEMEX brillando en la oscuridad, como una aparición, como islas a mitad de un sueño.

Y el placer de las líneas en una simple puerta iluminada, en una ventana ciega, en unos vasos transparentes.

La imaginación está en el encuadre.