miércoles, junio 1

La histeria en las máquinas y el desamor

Mi refrigerador está somatizando, se desliza con rapidez hacia el desquiciamiento somático. Todo empieza con una vibración leve, apenas perceptible, que poco a poco va subiendo de intensidad. Llega a un punto en el que es imposible escucharnos unos a otros, situación que se agrava cuando el perro se asusta por el escándalo y ladra. Desconéctalo --pide Marijose con gesto de emergencia--: va a estallar. Este maldito aparato amenaza con destruir mi legendario apego a los refrigeradores blancos.