Hoy a medio día comí pescado y arroz blanco. Estaba muy rico y quizá por eso no paré hasta que me dolió la panza. Como quería escribir en la noche, dormí una siesta de dos horas. Para recuperar fuerzas.
Soñé en lo de en medio. Ni el principio ni el fin. Cuando desperté me di cuenta de que la vida y las novelas son así: lo de en medio.
Me volví a dormir y soñé que me andaban buscando, como para darme algo. Pero cuando me encontraron se dieron cuenta de que era una "bárbara", o sea, un ser nada civilizado. Como que el jefe les dijo por radio que no importaba. ¿Me andaré psicoanalizando en sueños o será que a mi inconsciente le dio por echarme porras?
Este es un caso para La Araña.
Más tarde vino Pache y dejó muy claro lo siguiente: lo que hace que alguien siga viviendo es la vida misma. También me contó la anécdota de siempre sobre los gallos. Es de Jung:
Los gallos cantan al sol y no saben por qué lo hacen. Un buen día toman consciencia y se preguntan: ¿por qué canto al sol? Hay un impulso que los lleva a hacerlo, algo que está en su naturaleza, y además les gusta, les provoca sentirse bien. Para justificarlo, inventan una explicación medio zafada. Después la consciencia provoca que los gallos se organicen en sociedad y eso, a su vez, provoca la prohibición de que canten al sol, ya que es una pérdida de tiempo y no tiene sentido práctico hacerlo. Entonces los gallos empiezan a soñar que cantan al sol.
Conclusión: hay que cantar al sol.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario