domingo, octubre 1

Domenica (el extravío)

Rara experiencia la de imaginar, fantasear, creer que hemos perdido algo o a alguien. Una muerte. Y sin embargo todo sucede aquí, dentro de la que llamamos Yo Misma. En lo profundo de esta multiplicidad. En el espíritu que de pronto se desarmoniza, alejándose del cuerpo. También en el cuerpo. Ahí sobre todo.
Perder es perderse, desdibujarse, desubicarse: la brújula desaparece, el contorno. Yo Misma no sabe quién es, se derrama sobre el piso. ¿Cómo es este ánimo?, me pregunto porque deseo aterrizarlo y enseguida explicárselo a alguien, alguien, alguien. Un trozo de humanidad.
Sabes que la cocina está a unos metros de la recámara, estás totalmente segura de que, si das un paso detrás de otro, llegarás allá en un segundo. Pero una fuerza contraria te lo impide. Y si sucede esto es porque no estás en la recámara, sino perdida.
Decidí ponerme a leer la tercera entrega de Narrativas que recién había enviado Magda por mail. Necesitaba pensar otra cosa. Y buscarme. Lo hacemos siempre aunque en ocasiones no lo advertimos: nos buscamos. Y a veces, como sucedió hace un rato, nos encontramos. Una respuesta venida de sabrá Dios dónde. Un repentino encuentro con Yo Misma. ¿Eres ésta?
Es un texto de Cristina Rivera Garza, se llama “La vida, extraviada”. Cito un fragmento:
Perderse para producir el contexto desde el cual es posible atisbar el yo.
Perderse para encontrar una isla de óxido en el tiempo.
Perderse para encontrar, unos treinta años después, el momento de la pérdida.
Perderse para cumplir una misión.
Perderse para encontrar lo que no se buscaba.
Perderse para restar.
Perderse para vivir dentro del Gran Aro del No.
Perderse para desvariar y discurrir y disgregar.
Perderse para perder.
Perderse para decir la vida, extraviada.
-Nos encontramos y enseguida nos perdemos de nuevo -opino.
-Así es esto -agrega Yo misma.
-¿Será el Renacimiento de Leonardo o el mío? -se pregunta La Otra, esa pequeña rata despistada.
-Ambos -murmura Yo Misma y se aleja entre los árboles.
Qué raro todo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por leer este tercer número, Dulce. Te lo envié porque participaste en el número pasado y porque deseo que te animes a participar en el que viene. Ojalá.

Te he mandado saludos con Pedro de Isla.

Ismael Lares dijo...

Ah, qué lindo texto!
Me fascina encontrarme con ciertas palabras que me alientan a seguir viviendo. Sin duda una situación lleva a otra. Mínimo ya somos 3 los encantados y sigue la mata dando...
Saludos, amiga!

Dulce M González dijo...

Magda: ¡Qué buen número! Te felicito. Hacía mucho que no veía una revista tan buena, no tiene desperdicio este último número. De verdad que es no sólo para felicitar, sino para agradecer tanto trabajo. Un abrazo.


Ismael: Tus palabras también me alimentan a mí a seguir adelante. Saludos y estamos en contacto.