miércoles, octubre 12

El demonio del pasaje


Nacido en Francia en 1949, el cineasta Pierre Coulibeuf escribió su tesis de doctorado en Lengua Francesa y Literatura en torno a la obra del novelista, ensayista, traductor y pintor Pierre Klossowski. Un poco más adelante, en el año de 1987, inicia un tríptico cinematográfico titulado “Klossowski, pintor-exorcista” que termina de realizar en 1988. Años después, en 1995, realiza un nuevo cortometraje relacionado con Klossowski: “El demonio del pasaje”.

¿Cuál es el interés de Pierre Coulibeuf como creador? En una relación transversal entre la imagen cinematográfica y otros campos del arte como la literatura, la pintura, la fotografía o la danza, Coulibeuf accede a un lugar artístico “otro”, creado a partir del cruce del campo de la imagen cinematográfica con otros campos o lugares artísticos. No se trata de que estos espacios se junten o se mezclen, sino de que se crucen, creando, de esta manera, un pasaje entre ellos.

Por su parte, Pierre Klossowski, nacido en Francia en 1905 y fallecido en el 2001, se encuentra interesado, justamente, en los pasajes, en los lugares de cruce. Toda su obra está dedicada a la creación de espacios intermedios a los cuales se accede a través de la mirada. Por medio de imágenes construidas de palabras o de dibujos a lápiz, Klossowski echa mano del erotismo con el fin de mostrar lo que está más allá del cuerpo observado, más allá de la imagen. Tanto en sus novelas como en sus dibujos aparecen siempre relaciones triangulares: hay dos que, para mirarse, precisan de un tercero: el observador.
Klossowski 2

Pero sus creaciones no se quedan en lo estático, sino que implican un juego en el cual los participantes cambian constantemente de lugar. La dinámica propicia entonces el acceso a un espacio místico-erótico en el cual, el cuerpo que se expone a la mirada, o, mejor dicho, la imagen de ese cuerpo expuesto, desaparece para mostrar un vacío, una ausencia, una nada. Para Klossowski, la imagen oculta o sustituye un vacío esencial, un espacio intermedio al que accede el observador.

“Klossowski: pintor exorcista”, primero de los cortos de Coulibeuf relacionado con Pierre Klossowsy, consiste en una secuencia conformada por 3 pequeños cortos en los cuales se abordan cuestiones como el acto de creación, las obsesiones del artista y la manera como comunica el creador estas obsesiones: exorcizándolas al representarlas. Por otro lado, las ideas básicas de Klossowski en relación a la naturaleza de la imagen como aquello que oculta un lugar vacío y el papel de la mirada en el pasaje hacia este lugar de ausencia, son a su vez representadas por el lenguaje cinematográfico de Coulibeuf.

Representación sobre representación, pero, también, mirada sobre mirada. Aclaremos: la imagen de un cuerpo expuesto al erotismo y a la mirada es representación del vacío en el caso de Klossowski. O sea, lo que se presenta en realidad es lo que el cuerpo oculta: la nada. Pero sobre esos dibujos de Klossowski, Colibeuf realiza una nueva re-presentación, puesto que los vemos a través de una cámara de cine. Pero ahí no para el juego, puesto que, dentro del corto, el actor, a su vez, toma fotos de los dibujos y Coulibeuf, a su vez, hace tomas cinematográficas de esas fotos que fueron tomadas a los dibujos.

He ahí la idea platoniana de la re-producción. A partir del deseo, dice Platón en El Banquete, nace un bebé, o una obra de arte. Pero, en la naturaleza, el bebé dará lugar a otro bebé, etcétera: la idea de inmortalidad en la reproducción. En el mundo del arte, la obra de lugar a otra obra, etcétera.
Klossowski

Desde el punto de vista de la mirada, y si partimos de los dibujos de Klossowski, tenemos múltiples direcciones: algunos de los personajes de los dibujos nos miran de frente. Como en el caso de la Mona Lisa, la obra le regresa la mirada al observador. Pero, en el caso de Coulibeuf, si lo pensamos a profundidad, en realidad los dibujos nos miran a través de la mirada de la cámara, que oculta la mirada de Coulibeuf, quién es en realidad el que elige los ángulos.

En cuanto al actor, él mira los dibujos de Klossowski con sus ojos y a través de su cámara fotográfica. Pero de pronto siente nuestra mirada y, a través de la cámara de Colibeuf, voltea a vernos mientras ve a la cámara y, por lo tanto, a Colibeuf: he ahí el cruce de campos artísticos, el lugar “otro” que se crea a partir de este juego de reproducciones y de miradas.

En este sentido, este primer trabajo realizado por Coulibeuf es de suma importancia, pues es aquí donde muestra sus intereses, y, sobre todo, es aquí donde muestra la operación creadora y el campo específico en los cuales se moverá en adelante.

El segundo trabajo de Coulibeuf, realizado en 1995 y titulado “El demonio del pasaje” es mucho menos explicativo, ya que presenta al observador estas mismas cuestiones relacionadas con Klossowski, pero en esta ocasión deja todo el ejercicio de comunicación al lenguaje cinematográfico. Tenemos de nuevo la situación del cuerpo expuesto, la imposibilidad de mirar al otro o a lo otro sino a partir de un tercero, la dinámica que se desarrolla entre tres: tres deseos, tres cuerpos, tres miradas. “Las tres Gracias” de Rafael.Sin embargo, y aún tomando en cuenta lo anterior, el resultado no es puramente cinematográfico, puesto que aquello que se dice en secuencias de imágenes es de índole literaria y guarda relación con la obra de Klossowski.

Lo que presenta esta segunda oportunidad de abordaje es, de nuevo, el pasaje mismo, un lugar en el cual el lenguaje de Klossowski y el de Coulibeuf se encuentran y se cruzan, sin que intervenga explicación o diálogo alguno. Ya no se trata de mostrar la mirada o la reproducción, sino de que la mirada y la reproducción se presenten a través de la imagen.

Se trata, en este caso, de otra manera de decir lo mismo, una forma otra de acceder al lugar intermedio, el lugar sin lugar, el cruce de lugares y de lenguajes artísticos.