sábado, julio 21

El envío de libros y los prólogos

LITERESPACIO
Dulce María González
El Norte
21 Jul. 07


I. Un esfuerzo importante

Unos días después de que hablé en este espacio de los proyectos editoriales independientes en nuestra ciudad, Alexandra Botto, responsable de la Editorial Homo Scriptum, me envió un paquete con los últimos textos publicados.

Se trata de cuatro libros de diseño impecable y, aunque tampoco en este caso se hicieron los trámites necesarios para que las publicaciones tengan existencia oficial y puedan ser registradas, clasificadas e incluidas sin problemas en una biblioteca universitaria, por ejemplo, el esfuerzo salta a la vista.

Además, la gente de Homo Scriptum está relacionada con un grupo de escritores españoles que, encabezados por Uberto Stabile, publican una revista de poesía (Aullido) en Huelva, y esto posibilita que los libros circulen de manera un poco más amplia.

Entre los títulos que ha publicado esta editorial están "De la Piel que se Va" (2005), de María Elena Rodríguez Hernández; "Cien Días de Mayo" (2006), de Uberto Stabile; "Días de Viento" (2007), de Alexandra Botto; y, según me informaron, pronto saldrá a la luz un libro de Lucía Yépez.

También publicaron dos antologías, una de escritores regiomontanos ("Región sin Dónde", 2004) y otra de poetas españoles de Huelva ("Hablando en Plata", 2005), la selección de textos de ambas publicaciones corrió a cargo de Botto y Stabile.



II. La creatividad a flor de piel

Siempre me han llamado la atención los prólogos. A partir de ellos es posible rastrear infinidad de datos interesantes: historias entre líneas, afectos, estrategias para decir o no decir algo, etcétera.

En la antología de poesía española de Homo Scriptum, por ejemplo, encontramos un prólogo de Sergio Cordero, quien había criticado acremente la antología anterior (de poetas regios), cuestionando el criterio de selección de los textos. Una crítica muy común, por otro lado, ya que las antologías suelen conformarse con base en el gusto del encargado de la selección.

El caso es que Cordero se molestó y seguramente eso provocó que lo invitaran a prologar la segunda antología. ¿Y qué hizo Cordero para salir del apuro? Citó un comentario de Octavio Paz, anotó versos de los antologados y, finalmente, en dos líneas, dijo sentirse identificado con ellos porque, a pesar de que su expresión pueda parecer "cruda, prosaica, torpe o desaliñada", es evidente que quieren decir algo y pertenecen a su propia generación.

Por su parte, el regiomontano José Eugenio Sánchez escribe un prólogo al poemario del español Stabile que, sorprendentemente, es el mejor texto del libro.

Aunque lo titula "no prólogo", habla en todo momento de la poesía de Stabile, lo cual lo convierte en un innegable prólogo, es decir, en un texto que presenta a otro. Sin embargo, esta aparente contradicción no es tal.

El texto, impecable, escrito de manera que el ritmo se impone sin necesidad de puntuación, es la muestra de que el presentador es, en efecto, un poeta. En cuanto al otro, Dios lo asistirá en su infinita bondad.

Sucede que, a poco de empezar a leer, caemos en la cuenta de que Sánchez no habla de Stabile, sino de sí mismo: he ahí el "no prólogo". José Eugenio le endilga a Stabile un traje que difícilmente se ajusta a este último, pero al regiomontano le va a la perfección.

La preocupación por "varias de las inutilidades de la poesía"; la descripción del poema como "bufón y guerrillero", como "homenaje y traición"; todo ello habla del trabajo, no de Stabile, sino de José Eugenio.

Los de Homo Scriptum me recordaron otros prólogos, como el que hace Antonio Tabucchi al "Tríptico de Carnaval", de Sergio Pitol, donde el italiano se la pasa hablando de Gadda, de Cardoso Pires, de Bajtín, de Sábato, y al final, después de jamás hablar del texto que supuestamente presenta, sale con la ridiculez de una cartita: "Querido Pitol: Sabes bien que el final no se cierra. Y sabes también que tú seguirás escribiendo aún más...".

O la presentación de Vila-Matas de los cuentos de Pitol (pobre Pitol, qué suerte), consistente en un diario personal en el que comenta los elogios de Pitol hacia su persona, deja claro que pertenecen a la misma cofradía infranqueable y, cuando por casualidad habla del autor al que presenta, lo hace desde la fantasía: "Sergio Pitol está durmiendo en estos momentos en su casa de Xalapa y acaba de caer en las garras de uno de sus sueños más recurrentes...".

En fin, que en todo el mundo se cuecen habas en esto de sacar la vuelta al tema, evitarlo, dejarlo para después, o de plano olvidar al autor y ponerse a escribir sobre uno mismo, que bastante trabajo cuesta sentarse ante la pantalla.

Felicidades a la gente de Homo Scriptum por sus publicaciones.