martes, febrero 1

Tu extraña insistencia

Las relaciones epistolares se dan entre dos que se identifican, se re-conocen, se saben próximos en la distancia. La bandeja del mail es una grieta hacia un lugar elegido. El blog es otra cosa, un espacio diferente, el sitio donde quien escribe se expone a la mirada del lector anónimo. Aquí estoy, lector, observa esto que pongo ante tus ojos, la desnudez de una palabra que se abre sin destino. ¿Estás viendo?

Y sin embargo hay palabras que sólo se dan a leer a quien posee una firma. Las cartas van dirigidas, tienen dirección, poseen un destino singular. Esto sólo te lo puedo decir a ti, le digo a mi fantasma, a mi phantom. En ocasiones el alma entra a Internet con una MacOSX.

Los fantasmas maileros tienen nombre, te dicen querida Dulx, te cuentan de acupuntura y trabajo, o te llaman amiga semper fidelis. Entonces les puedes responder escribiendo su nombre desde el corazón de un disco duro. También te dejas ordenar, obedeces la orden de una escritura por encargo, esa otra manera de afecto.

Las botellas que una arroja al mar son otra cosa, como esta precisa botella que lanzo y acaso ahora lees tú, quién seas.