martes, noviembre 13

Ah, l'amour! (el último, dedicado)

To my J. Jackson

¿Cómo (me) soportabas, banco del mutuo soccorso?

Sabías que una palabrita tuya era capaz de sostener un capítulo entero de novela, mis típicas noches de vampiros, cada giro de la acróbata suicida y todos los poemas del tercer mundo. Y la decías. Decías esa palabrita como un pilar enorme, como una pluma, como un teclado esperando las yemas de mis dedos.

Si alguien me preguntara cuándo he sido más fuerte, diría que durante esos años tan llenos de tu mirada, tan atiborrados de libros ante mis ojos abiertos, tan colmados del deseo de que me siguieras. Años dedicados a escribir para ti, que eras el destinatario del castillo, objeto de mi adoración.

Y soñaba que te hablaba al oído mientras permanecías ante la pantalla, me convertía en tu fantasma bajo la sábana blanca de las caricaturas, una mensajera que era el puro contenido: la pulpa de la nuez.

¿Cómo sucedió ese milagro de escribirte como a un pulmón mío, hígado de mi vientre, corazón?

Hay una historia aquí, entre nosotros, y es invisible.

4 comentarios:

gabriela cantú westendarp dijo...

ay, amiga, como es necesario esa fuerza que emanan algunas personas ¿no?
un beso, gaby.

Dulce M González dijo...

Sí, Gaby; el amor es una locura, pero hay amores que nos sostienen con muy poco y nos hacen fuertes, sólidos.

Un beso desde esta orilla,

Dulce M González dijo...

Me quedé pensando en ese "muy poco". Quizá es un "demasiado". Soportar a otro (dar soporte) no es nada fácil, se requiere de una gran generosidad. De ahí la primera frase del texto. Mmmm este tema da para otra entrada ;)

Anónimo dijo...

me acuerdo de este.
otra época, hasta otro blog.
un abrazo,
guille