sábado, septiembre 13

Patria y educación


Publicado en la columna Literespacio, sección Vida, periódico El Norte, de Monterrey

1. Un libro inquietante

"Diario de un Mal Año" (Mondadori, 2008), el más reciente libro del Nobel de Literatura sudafricano J. M. Coetzee, da para dos reflexiones importantes. La primera, relacionada con el tipo de patria que hemos construido y que en estos días celebramos; la segunda, con el tipo de Universidad pública que tenemos, cuyo 75 aniversario también festejamos.

En su nuevo libro, Coetzee emite opiniones sobre temas de interés actual y las confronta con las perspectivas de una joven mecanógrafa (otra generación y diferente género) y un hombre maduro que se mueve en el mundo de las transacciones bursátiles (la perspectiva económica).

De esta manera, y por medio del empleo de tres registros diferentes, se crea una especie de conversación en torno a temas como la democracia, la formación del estado, la pedofilia, la guerra contra el terror, etcétera.

Aparentemente, el propósito es observar el mundo más allá de lo que dicta el sentido común, dado que el propio Coetzee cuestiona lo suyo, confrontándolo con las perspectivas de sus personajes.

2. Las fiestas patrias

Ciegos, movidos por la inercia, nos preparamos para celebrar nuestra mexicanidad. Volteando a diestra y siniestra en espera de lo peor, transportándonos con las ventanillas cerradas y los seguros puestos, compramos bebidas y botanas (el tequila no puede faltar) para llegar en el debido estado de ánimo a la reconstrucción simbólica de la fundación de nuestra Patria. Viva México.

Para explicar el origen del estado, Coetzee pone como ejemplo la legendaria película "Los 7 Samurais", de Akira Kurosawa, cuyo argumento narra lo que sucede en una aldea durante una época de desorden político, en la que el estado se ha debilitado hasta casi dejar de existir.

Un grupo de ladrones armados azota habitualmente la aldea. Viola a las mujeres, mata a los hombres que oponen resistencia y se lleva las provisiones. En un momento dado, a los bandidos se les ocurre sistematizar sus visitas y acudir en determinadas fechas a exigir tributos (impuestos).

Los aldeanos conciben entonces el plan de contratar a su propia banda de malhechores, los 7 samurais, para que los protejan de los bandidos. Sin embargo, al comprender el funcionamiento del sistema de protección y extorsión de los antiguos bandidos, el grupo de samurais toma la aldea bajo su tutela, ocupando su lugar.

El continuo nacimiento y renacimiento del estado mostrado por Kurosawa nos lleva a reflexionar, no solamente en lo que hay detrás de nuestras fundaciones y refundaciones nacionales (Conquista, Independencia, Revolución), sino también en la naturaleza de nuestro momento actual, en el que ya no es posible distinguir entre las diferentes bandas de malhechores.

En cuanto al origen del desorden político y social que da lugar al debilitamiento del estado y la formación de bandas organizadas, resulta también muy familiar para nosotros. Aunque Coetzee no abunda en ello, en la película queda claro que si los samurais aceptan unirse al grupo de "protección" es porque se están muriendo de hambre y no tienen otra opción de supervivencia a su alcance.

3. Las universidades

En Sesión Solemne realizada en el Teatro Universitario, en la que recibió el Doctorado Honoris Causa por parte de nuestra Universidad, Carlos Monsiváis señaló la importancia de las universidades públicas, contraponiéndolas a las privadas.

Es bien conocido que, a partir de presiones externas por parte de organismos internacionales, la educación ofrecida por las universidades públicas es en la actualidad muy similar a aquella ofrecida por las privadas en cuanto a métodos, programas y objetivos.

La diferencia, entonces, no se da a partir de la apertura o la libertad de pensamiento en la formación del alumno, como sucedía hasta hace poco más de una década, sino en la oportunidad de acceder a un tipo de empleo y a un título.

Esta ventaja no es poca cosa. Significa, para los universitarios como yo, motivo de un gran orgullo. Sin embargo, el asunto nos lleva a recordar viejos ideales relacionados no sólo con la educación pública, sino también con la libertad de pensamiento y la importancia de los valores humanísticos en el mundo.

Para Coetzee, la única manera de recuperar el espíritu de las universidades, liberándola del yugo de los principios económicos y comerciales, es conceder títulos cuyo único respaldo sean los nombres de los profesores que los firmen.

¿Y a quién le servirían esos títulos? Su propuesta, fuera de lugar y, sobre todo, de época, se rebela contra las exigencias actuales del mercado. Es fácil advertir que, tal como sucede con el amor, ese tipo de sueños no sirve para nada. Y, sin embargo.

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