lunes, julio 11

El fin del mundo

La reunión familiar se ha tornado apocalíptica. Se habla de las predicciones de uno de mis hermanos, quien tiene meses investigando acerca del problema del petróleo. Que se agotaron las reservas, que en Irak los gringos no encontraron lo que esperaban, que en Irán el crudo está muy peleado: además de Estados Unidos, dicen, Alemania y Rusia ya le echaron el ojo. En caso de que encontraran petróleo en Irán, dicen que dijo mi hermano, eso sólo aplazaría un poco el derrumbe. Aseguran que la gran crisis es para dentro de 5 años. Se dice que mi hermano dice que, de acuerdo a los especialistas, la economía mundial se colapsará. Se hacen planes de comprar un ranchito con pozo de agua.
-El que quiera viajar tiene que hacerlo ahora mismo –aconseja mi hermana-, porque después, en carreta, va a resultar mucho más difícil.
-¿Y ya no iremos de compras a los moles? –pregunta mi sobrina de 10 años, alarmada.
-Claro que no –responde mi hermana-, ¿no te das cuenta que no va a haber luz ni aire acondicionado?
Mi sobrina se levanta de la mesa y, tomando el teléfono, llama de larga distancia a su papá, que está de trabajo en Ciudad Juárez.
-Dicen que se va a acabar el petróleo y que ya no voy a poder ir a los moles a comprar ropa –le dice, a punto de llorar.
Escucha la explicación del papá y sonríe hacia la reunión con cara de que nos acaba de ganar una partida.
-¿Qué te dijo? –le pregunto, apenas vuelve a la mesa.
-Dice que no me preocupe, que puedo pedir la ropa por internet y me la llevan a casa.
Estoy a punto de explicarle que, de suceder una catástrofe de ese tamaño, se caería el internet y el dinero no servirá de nada, pero me contengo.
-Esto de la crisis energética es terrible –murmura mi hermana-: no voy a poder ir al gimnasio.
-Por lo pronto, estás muy bonita –le dice mamá. Yo me tomaría unas fotos. Mi cuñada tiene ya un buen rato mirándome.
-Vas a tener que acostumbrarte a leer de día –me dice, como si el Apocalipsis empezara ahora mismo-, no voy a permitir que te acabes las velas de todos.
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Hoy es mi cumple. Me regalo la postergación de la catástrofe: lecturas nocturnas y delicioso vagabundeo por internet, en tanto llega el momento de que se acabe el mundo (tarde o temprano sucederá, por algún motivo) (me quedo en el mientras tanto).