jueves, julio 14

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Una de dos: o me receto una buena dosis de Prozac, o me pongo a leer a Sloterdijk con ganas de “venir al mundo”; o de montarme en la "escalera eléctrica de la modernidad", sabiendo que nuestra situación es en realidad un trayecto, un mientras tanto donde cabe la esperanza; o bien, con deseos de hacer emerger una esfera íntima que contenga un único habitante: yo misma, yo y mi propia cara en el espejo, yo y la imagen de mi rostro integrado.
En Teoría de las Esferas, capítulo dedicado a la emergencia de la intimidad interfacial, Sloterdijk hace una cita afortunada de Michaux: “Eres autocontagioso, no lo olvides”.