martes, junio 13

Incidentes acontecidos durante el examen de esta tarde:

El simpático del becario no llegó a ayudarme. Tomando en cuenta esa fatalidad, les dije a los alumnos, 120 en total, que por favor se salieran los pares, porque iba a poner el examen por tandas. Como se sientan por número de lista, pensé que de esa manera quedarían más alejados unos de otros y no tendría que acomodarlos uno por uno para que no se copiaran.
Los susodichos pares se enojaron muchísimo y sugirieron que mejor se salieran los nones. Ante tal agresión, los nones se pusieron a gritar a los pares que se largaran de una buena vez, para poder empezar el examen. Los pares se molestaron ante la prepotencia de los nones y, para fregar, se negaban a salirse. Todo ello como si yo no existiera o no fuera capaz de dar órdenes. Tuve que amenazarlos.
Cuando al fin estuve a solas con los nones, y repartí las hojas de alvéolos, y todos se pusieron a contestar muy calladitos, me empezó a dar sueño. Para combatirlo, le envié un mensaje al Mol, preguntándole cómo estaba. En ese momento empezaron a sonar algunos celulares de los alumnos, ante lo cual reaccioné con enorme firmeza y nuevas amenazas. “¿A quién se le ocurre dejar los celulares prendidos a la hora del examen?”, pregunté, y en ese justo momento se escuchó el sonido de mi propio celular, anunciando la respuesta a mi mensaje. Se atacaron de risa.
Como seguía con mucho sueño y el Mol me había respondido que estaba muy ocupado, me puse a revisar mis mensajes para borrar los que ya no servían. A los 10 o 15 minutos me di cuenta de que, aprovechando que yo estaba muy atareada con el celular, se estaban copiando. Volví a amenazarlos.
A la hora de entregar, todos se hicieron bola en mi mesa. Para cuando me di cuenta, ya se habían robado algunos de los exámenes tipo “B”, que seguramente venderán a los que presentan mañana.
Todo lo anterior, o casi, se repitió con las pares.

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