viernes, junio 16

Números, triángulos y esferas

Me dice Eliot que le interesa saber lo que escribí en una entrada que borré (sorry). El problema es que la borré por completo. Pero intentaré repetirlo, es algo así:
Hablaba del tercero, el de en medio. Eros, que no es humano ni dios, femenino ni masculino, y que representa al tercero en la pareja: es el testigo y, al mismo tiempo, aquello que provoca la unión: el deseo. Y me refería a “Elogio de la madrastra” de Vargas Llosa, una novela centrada en este asunto del amor como un triángulo.
Otra cosa que comentaba es que el triángulo, al unir 3 puntos, salta de dimensión, ya que se convierte en UN triángulo. De ahí el asunto de que el 4 es de nuevo un 1. En un grupo formado por 3 personas, o sea, un triángulo amoroso o de cualquier tipo, la cuarta persona es el triángulo como unidad, el grupo mismo. Una unidad muy común entre los humanos.
Es también la base del teatro. Para que se dé el acto dramático, no basta con el diálogo (la acción entre 2 bandos), sino que es necesario un tercero que observa y atestigua: el público. Juntos conforman una unidad: la puesta en escena. Este ente dramático es del orden del 4, que es un 1 a otro nivel.
El 4 es la ciudad, el altar, la rosa de los vientos.
El 5 es también muy padre: el número del hombre, con su cabeza y extremidades, la estrella de David.
Algo que me parece muy interesante es cómo las culturas prehispánicas tenían otra manera de ver las cosas. Carlos Fuentes explica en “Tiempo mexicano” cómo los puntos cardinales no se ajustaban al 4 como base, ya que incluían “arriba” y “abajo” y cada norte, cada sur, etc., tenían un norte, un sur, un este, un oeste, un arriba, etc. El resultado es que se forma una esfera que a su vez está conformada de esferas. El tiempo se confunde con el espacio. Un tiempo esférico.
Maravilloso...

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece una asociación interesante una idea del dios con el real lacaniano. Significaría que el 'das Ding an Sich' kantiano (así siempre comprendí el real lacaniano) es hogar para muchas más cosas aparte de un supuesto en-sí del yo, y de quién sabe qué más cosas. Me llevaste a pensar en un Kant politeísta, Dulce.

Lo que me fascinó muchísimo, aún en relación con Kant y sus predecesores, fue el racionalismo natural propio de lo sagrado en la cábala – si te comprendí correctamente. Pero creo que toda cábala por necesidad debe ser racionalista, es decir, tiende a explayarse en dialécticas simbólicas regidas por un logos muy de otro mundo, el de lo matemático, siento yo. Todas las formaciones sentimentales que provienen de estos pensamientos están guiadas por esta necesidad, de tal manera que lo humano realmente entra en cohabitación esencial con ‘mundos’ muy reales e inmanentes al mundo. Conoces la cábala judía de una manera maravillosa, Dulce. Es muy interesante. Y me parece que muchos pensadores han quedado endeudados con las expresiones cabalísticas: Platón, Descartes, Kant y Lacan. Es sorprendente encontrar este aspecto de la poiesis filosófica enraizada, aunque secretamente, en esa tradición.

Creo que la única alternativa al logos de tipo matemático está en un logos que obedece a los órdenes ‘salvajes’ del pensamiento: ser, esencia, concepto (en la connotación más radical del término). Pero más aún en los términos irreducibles y muchas veces indefinibles del occidente: libertad para los modernos; μοίρα para los antiguos; y otros.

Sin embargo tú has señalado a un mundo del pensamiento absolutamente indomable, con expresiones mucho más estridentes que las de los griegos: el mundo de la Cuatlicue y Tezcatiploca. Este pensamiento concebía esencias poderosísimas, feroces en su singularidad. Siento que nunca estaremos a la altura de estas manifestaciones, pues realmente algunas de las culturas prehispánicas conocían lo terrible y lo divino de una manera que apenas nos atrevemos a imaginar; de una manera pre-sofocleana, quizá, aunque creo que ni siquiera esto nos da idea de la primordialidad y la fuerza pura del pensamiento prehispánico. O por lo menos eso siento.

Gracias Dulce… me has educado mucho con tus comentarios, y con el post que re-escribiste. Gracias, realmente :)

E.

Dulce M González dijo...

Hola, Eliot:

Gracias por lo que dices al final. Me encanta esta frase: "la fuerza pura del pensamiento prehispánico": termina por aclarármelo todo.
Me llama la atención esto: "el racionalismo natural propio de lo sagrado en la cábala".
A mí la cábala me gusta porque es un sistema de signos basado en el proceso de creación. Me ayuda a entender mi propio proceso de creación. Lo otro que me gusta es que, como está estructurada como un lenguaje, termina siendo escritura. La cábala se mueve, es un ente orgánico, creo que tan móvil y orgánico como el habla. También me parece que el Tarot no es solo lectura, sino también escritura. ¿Escribimos o leemos ante una secuencia de signos, de cartas, elegidas supuestamente al azar? ¿No será que, al elegir las cartas, escribimos?, ¿quién escribe esa secuencia de significantes?
En fin, un abrazo, Eliot, amigo.