sábado, julio 22

È un macaco senza storia, la, la, la...

Literespacio / Amores fallidos
Dulce María González
El Norte
5x2

Los seres humanos somos así. Estamos hechos para sacar adelante al mundo. Seamos conscientes de ello o no, a través de nuestro trabajo contribuimos a la constante, interminable, construcción de la cultura: creamos novelas, poemas, carreteras, edificios...
Un buen día, a partir de un golpe emocional, salen a flote nuestras necesidades más primarias. Entonces recordamos que era precisamente eso (el amor, el deseo) lo que sostenía nuestra labor en el mundo, la cual parecía avanzar sin tomar en cuenta nuestras emociones profundas.
El problema, al menos para Occidente, es que hay una especie de cortocircuito entre la idea que tenemos del amor, lo que esperamos de él, y nuestras necesidades y posibilidades reales. Y lo peor es que nosotros mismos, al intentar amar, al buscar el afecto de los otros o al reflexionar sobre nuestras emociones, somos producto de esa falla histórica.
En "5 x 2" (2004), su más reciente película, Francois Ozon muestra las pequeñas fracturas que, desde el inicio, provocan que una relación se derrumbe.La preocupación de Ozon por el cuerpo y la subjetividad humana se presentan en este filme a través de cinco momentos en la historia de una pareja, los cuales avanzan de manera inversa: empezando por el divorcio y finalizando en el momento del enamoramiento.
Los motivos específicos, sutiles, casi imperceptibles que llevan a esta pareja a fracasar constituyen pequeñas fallas a través de las cuales Ozon logra mostrar la gran fractura de nuestro modelo de amor. El tema, entonces, no es el amor precisamente, sino su error.
En una de las primeras secuencias del filme, misma que provoca que la mitad de los espectadores, regiomontanos al fin, salgan de la sala (de esto pude ser testigo tanto en la Cineteca como en salas comerciales), la pareja hace el amor inmediatamente después de escuchar la sentencia de divorcio.
Los cuerpos, descuidados, desgastados, degradados (de eso nos damos cuenta al final de la película y principio de la historia, momento en que los cuerpos son hermosos) se unen con ferocidad. Sin embargo, hay una distancia emocional entre los protagonistas, que se han convertido en extraños.
En contradicción con lo anterior, al inicio de la historia los cuerpos están separados uno del otro, no se pueden tocar (él está comprometido con otra mujer), pero interiormente los personajes están fuertemente unidos por el deseo.
El caso es que el amor completo, la comunión de espíritu y cuerpo con (en) el otro, nunca se lleva a cabo. Y lo que se muestra en la película es, justamente, la distancia, esa falla que, desde "El Banquete" de Platón, separa tajantemente nuestros fragmentos.
Por su parte, la música, que consiste en canciones de la tradición italiana en las que se describe la banalidad ideal de nuestro modelo de amor, mismo que la película hace pedazos, subraya la distancia entre lo que se supone que debería ser una relación y lo que es en realidad.
"¡Qué hermosa película!", dije al final a nuestro poeta Óscar David López, quien una vez más me acompañó a ver lo de siempre y que unos días atrás, fan como yo del trabajo de Francois Ozon o quizá más, me había regalado una copia de la música.
"¿Cómo puedes decir eso?", me preguntó, tomando en cuenta el tema deprimente. Y entonces, quizá porque el arte se trata de eso, volvimos a disfrutar repasando la manera como Ozon maneja el lenguaje y los contenidos de tal manera, que logra decir lo que nunca dijo y sin embargo dijo: la imposibilidad.
El arte, lo sabemos, consiste en tejer palabras, imágenes, sonidos en torno a una ausencia, a algo que jamás podremos poseer. Y en ocasiones logramos que se vea esa ausencia, esa nada de nuestro deseo imposible. De ahí la belleza de la película.
¿Por qué nos empeñamos en querer y que nos quieran y, no conformes, ponemos pruebas, obstáculos?, ¿por qué nos inventamos fracasos, rechazos, amores imposibles?, ¿por qué pedimos amor a quien sabemos que no nos lo puede dar?, ¿no será que el amor es precisamente eso: un deseo sin respuesta que nos pone en movimiento y nos provoca crear, trabajar, vivir de una manera más plena en tanto buscamos lo que jamás obtendremos?
Quizá Francois Ozon acertó y al hablar de la falla, de la imposibilidad, pudo hablar mejor que nadie sobre el amor mismo. Con toda su carga de gozo, de angustia, de necesidad.

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