martes, agosto 15

Escribir es un misterio hermético

Umberto Eco

Nunca se me había ocurrido pensar en la relación que existe entre la herencia gnóstica y hermética, y nuestras ideas acerca de los textos literarios. Hasta ahora, cuando me puse a leer un libro que tenía pendiente: “Interpretación y sobreinterpretación”, de Umberto Eco.
Siempre me ha gustado la crítica (de teatro, de cine, literaria), precisamente porque me pone a descifrar signos. Escudriñar en el texto como si éste fuera un misterio por develar, algo que ni el mismo autor sabe que escribió, que el teatrista ni se imagina que dijo.
La “lectura” de signos es labor de investigador. Me gusta tanto, que si no hubiera sido escritora seguramente me hubiera dedicado a la criminología o andaría leyendo las cartas del tarot. Leer es algo que me encanta: nos mete al centro del misterio.
Cuando estoy del otro lado, escribiendo, no puedo evitar pensar que no tengo idea de lo que digo. Me imagino escribiendo en códigos que desconozco y de pronto siento que me convierto en médium. A veces hasta me alucino que escribo "en lenguas".
Humberto Eco asegura que en esta manera tan compleja de pensar la lectura y la escritura hay una raíz gnóstica, hermética, que nos provoca conceptualizar los procesos partiendo de la idea del secreto en esas doctrinas y nos lleva, entre otras, a la conclusión de que el autor no sabe lo que dice, porque el lenguaje habla en su lugar.
Por otra parte, para salvar al texto (su significado infinito), “el lector tiene que sospechar que cada línea esconde otro significado”, ya que las palabras, “en vez de decir, esconden lo no dicho”. Por lo tanto, “la gloria del lector es descubrir que los textos pueden decirlo todo, excepto lo que su autor quería que dijeran".
Por último, “el lector real es el que comprende que el secreto de un texto es su vacío.”

Qué hermosas ideas las nuestras, pienso, qué complejas e interesantes. Me gusta que los pensadores se pregunten qué fregados es el pensamiento o por qué pensamos como pensamos. Al contrario de muchos de mis colegas, me encanta el siglo 21, los pensadores posmodernos, la deconstrucción, los filósofos marxistas-lacanianos, los marxistas-nietzscheanos, este libro de Eco que, de manera tan clara, nos recuerda que no hacemos otra cosa que reproducir las ideas de siempre.

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