jueves, agosto 30

Gelatina que se mira en el complicado espejo que asegura no serlo tanto

Sigo pensando en la gelatina de naranja. Cuando era niña, me pedían que fuera gelatina de fresa. El proyecto familiar era así: "En esta casa todas las gelatinas son de fresa". Para desgracia de los gelatineros y dicha de las propias gelatinas, que deseaban para ellas el sabor que les diera la gana, el producto de esa fábrica resultó tuti-fruti. Qué sano y qué sabroso.

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La mayoría de mis amigos ya cambiaron de pareja. Motivo: supongo que la edad y el aburrimiento. Una linda gelatinita, fresca y nueva, es más divertida. Además, funciona como espejo. Al verse en ellas, supongo, mis amigos imaginan que recuperan algo. Los espejos de verdad no hacen tantas concesiones. Por lo regular, nos muestran lo que no deseamos ver. Yo ya me aburrí de lo contrario: las gelatinas nuevas y frescas son demandantes y distraen horrores. Además, mis espejos suelen ser complicados y quién puede saber lo que muestran. Good morning, J. B. Walton.