sábado, agosto 18

La verdadera Second Life


LITERESPACIO
Dulce María González
18 Ago. 07
EL NORTE

"La humanidad, o más bien su fracción tecnológica y económicamente privilegiada, ha alcanzado un grado superior de desarrollo y alienación que le permite consumir el espectáculo de su propia destrucción como objeto de goce estético. Ningún grito de desesperación es capaz de despertarle de sus delirios de poder y consumo: como un sonámbulo al borde del abismo."

Con este epígrafe inicia "Las Estrategias del Espectáculo", último libro del pensador español Eduardo Subirats, editado por la Dirección de Publicaciones de la UANL y presentado el pasado jueves en el Centro Cultural Universitario.

Si en algo coinciden los pensadores de nuestro tiempo es en la idea de que la modernidad nos ha conducido a la destrucción. La exposición de los antecedentes, los motivos, las dinámicas económicas, políticas y sociales que nos han llevado al callejón sin salida en que nos encontramos varían de un autor a otro, pero el asunto central es el mismo.

Las ventajas que ofrece Subirats son la cercanía y la claridad. Su conocimiento de la cultura y de la situación económica, política y social de América Latina y, específicamente, de México, aunado a la claridad con que expone sus reflexiones, son efectivas a la hora de situarnos en el contexto global y desde ahí observar la consabida debacle.

En lo personal, la conferencia de Subirats del jueves significó la continuación de una reunión familiar en la que uno de mis hermanos expuso nuevamente (lo hace en cada reunión) el problema del petróleo, del maíz transgénico estadounidense, del poder de las grandes corporaciones, del alivio que significa para los poderosos que desaparezca un tercio de la población mundial a causa del hambre y las enfermedades.

Un par de semanas antes me había regalado un libro del economista argentino Walter Graciano, titulado "Hitler Ganó la Guerra" (Ed. Sudamerican 2004), en donde se exponen estos temas desde la perspectiva de la economía mundial y el proceso de globalización.

La postura de Graciano es de denuncia. Sin embargo, aun cuando sus tesis están sustentadas en una investigación muy seria y apoyadas en datos duros, la manera en que expone las estrategias de poder y dominio de los poderosos, mencionándolos por sus nombres y apellidos, sólo consigue angustiarnos y, muy bien informados, sentarnos a esperar lo peor.

La diferencia entre la postura crítica de este economista y la de algunos de los pensadores que he leído, Subirats entre ellos, es que el primero nos lleva a considerar que la destrucción del hábitat humano y del humano mismo es responsabilidad de unas cuantas mentes diabólicas hambrientas de poder, mientras que pensadores como Subirats ponen el acento en nuestra participación, activa o pasiva, en tal destrucción.

En este sentido, el primero de los tres ensayos contenidos en "Las Estrategias del Espectáculo" es muy ilustrador. Subirats, que desde sus inicios ha estudiado los fenómenos de "espectáculo" y "simulacro" presentes en nuestra concepción de la realidad (en nuestra fantasía de la realidad, diría Zizek), parte de un texto de Hoffmann, "El Arenero", para explicar la manera en que los medios (quienes los manejan, por supuesto) han contribuido a crear la realidad espectacular que percibimos.

El hecho de que los muertos por hambre o guerra de los que tenemos noticia a diario signifiquen para nosotros solamente números, la percepción de la guerra en Iraq, por ejemplo, como un espectáculo de entretenimiento en la pantalla y demás situaciones mencionadas por Subirats y muchos otros pensadores, para el español tienen relación con los proyectos estéticos de principios del Siglo 20, que pretendían crear una segunda naturaleza, otra realidad desligada de la historia y la tradición, un mundo estético con sus propias leyes.

De acuerdo con Subirats, la política echó mano de este proyecto tan adecuado y terminó estetizándose. Al grado de que lo que sucede en el mundo es percibido como ficción. Al ver las imágenes de los noticieros, dice Zizek, una y otra vez, vaciadas de contenido gracias a la repetición, a uno le entran ganas de ir a hacer palomitas.

En este sentido, el famoso y multicitado fenómeno de la "Second Life" significa solamente una manifestación lúdica de la realidad que habitamos. La verdadera "Second Life" está en el mundo que nos muestra la pantalla de la televisión, ante el cual nuestra conciencia, vacía y autómata, construida por los mismos medios, nos coloca en el lugar del espectador pasivo que, horrorizado de pronto, culpa a otros del derrumbe de un mundo que se le presenta como la pesadilla a la que acaba de despertar.