martes, septiembre 4

Carta

Un saludo Dulce Maria.

Leí tu columna del sábado 1 de septiembre "alcoholizados, neuróticos y aterrizados"
y me pareció interesante.

Debo decirte que no soy el más indicado para hablar sobre estas cosas de
la escritura, mi ortografía no es la mejor y no me dedico en "cuerpo y alma"
a llenar de letras la hoja en blanco, no, soy bibliotecario.

Hubo algo que me llamo particularmente la atención, dices en un párrafo "...escribimos
durante nuestras jornadas de trabajo", refiriéndote a las diferencias entre
distintos quehaceres y el de la escritura. Pienso ante esto: que los escritores
no escriben durante sus jornadas de trabajo, sino escribir es su "trabajo";
las comillas anteriores son por lo que la idea romántica que rodea esta "profesión"
(de nuevo las comillas) le da una "atmósfera" de poco valor social, salvo
excepciones como la de escritores activistas o de esos que se hacen famosos
por sus best-sellers, por nombrar algunos, en las que el decir escritor,
es sinónimo de éxito o de gran influencia social.

Viste Factotum: no crees que es un excelente acicate para escribir?, desde
luego, que a nadie con sano juicio nos gustaría vivir de la manera en como
Charles Bukowski vivió, pero no me cabe la menor duda que escribir es ante
todo, y eso se lo aprendí a Nietszche, un estilo de vivir, no un trabajo.

En fin, muchas cosas más podemos decir o también desmenuzar, pero sin duda
alguna lo que queda es "escribir para que la muerte no tenga la última palabra".

Algo más, lo olvidaba!, sabes de algún lugar donde los poetas amateurs como
un servidor, podamos leer nuestras pequeñas creaciones?.

Hasta luego y recibe un afectuoso saludo.