sábado, enero 19

Narcisismo y producción

Literespacio / Narcisismo y producción
Por Dulce María González
EL NORTE
19-Ene-2008

El propósito aquí es continuar reflexionando en torno a la Ciudad, en tanto arranca su vida cultural y quienes la integramos, pequeños granos de arena con sueños de grandeza, nos dejamos arrastrar por nuestras respectivas actividades.

En una sociedad habituada a consumir reflexiones prefabricadas por los medios, convertidas en opiniones personales en automático, una comunidad cuyo valor esencial es la producción, pensar es un esfuerzo que no siempre es bien visto. "¿Otra vez perdiendo el tiempo?", preguntaba la mamá de una amiga cuando la veía leyendo.

Sin embargo, en cuanto nos sentamos a leer o a ver hacia el infinito, mientras nos concentramos en el análisis de un objeto cualquiera (nosotros, por ejemplo), descubrimos que pensar es una actividad altamente productiva y, además, nos provoca placer.

Si empezamos por ahí, tenemos que, en su entusiasmo por la producción, nuestra Ciudad no ve con buenos ojos el ocio, madre de las ocurrencias geniales, los grandes descubrimientos, etcétera. Su negación, o sea, "el negocio", es su más preciada virtud.

La mayoría de los habitantes, incluidos los artistas y escritores, no sólo hacemos negocio en todo momento, trabajando sin parar, sino que nos sentimos culpables si caemos en la distracción.

Cuando algún creador es del tipo relajado, ocioso o distraído, cuando no está neuróticamente obsesionado con la producción de su obra y no trabaja en ella como un poseso a cambio de nada, decimos de él que no es un "artista de verdad".

Reconocí mi alma regiomontana en una comida con amigos escritores en la Ciudad de México que empezaba a alargarse al infinito. "¿A qué hora escriben?", me preguntaba. Tomando en cuenta sus hábitos, llegué a la conclusión de que si aquello fuera Monterrey, ya los hubieran corrido de sus respectivos trabajos.

Por su parte, ninguno de ellos compartía mi intranquilidad. Totalmente relajados pasaron a la sala en ese momento y se echaron en los sillones a ronronear como gatos.

Además de su excesiva afición al trabajo y su actitud culposa hacia el esparcimiento, Monterrey es una ciudad sumamente narcisista y posee una actitud hacia el exterior muy cercana al autismo.

No es que nuestra Ciudad, extasiada, se observe siempre a sí misma, sino su casi total indiferencia hacia lo que sucede más allá de sus límites. Su alta autoestima, aunada a la soberbia, la pedantería y la actitud autosuficiente, provocan que sus habitantes, por ejemplo, veamos solamente los noticieros locales de la televisión, aunque no encontremos en ellos otro contenido que el estado del clima, los accidentes viales, levantones y ejecuciones a manera de espectáculos de entretenimiento y, ocasionales, entrevistas a conductores ebrios en su función de spots cómicos.

Como si supiera que la curiosidad hacia el exterior es también una amenaza y un riesgo, puesto que resulta muy difícil ver sin ser visto, Monterrey extiende su actividad autocontemplativa a través de sitios virtuales como Facebook. En ellos, la mitad de los regios se entera de los estilos de vida y la manera de pensar de la otra mitad. Para comprobarlo, basta echar un vistazo a las listas de contactos.

Mención aparte merece el estilo de conducir de los habitantes de una urbe en la que andar por las calles es un deporte de riesgo. Más allá de vérselas con los habituales delincuentes del volante, el conductor regio sabe que, si desea llegar a donde va, debe seguir ciertas reglas.

Tomar distancia del carro de enfrente para no caer en una carambola, pero sin alejarse tanto como para dejar pasar a alguien. Ganarle al peatón para evitar dilaciones inútiles. Echar las luces altas a quien se le metió a la mala. Presionar al de enfrente, pegándose a él como sanguijuela, para que se esfume y así continuar corriendo.

Todo la anterior se basa en el principio fundamental de no dejarse rebasar, estrategia que los conductores regios comparten con los empleados y los altos ejecutivos de las empresas.

Por último, los restaurantes y bares de diseño, con sus alimentos y bebidas también de diseño, hablan del deseo de sofisticación de una Ciudad que se consume a sí misma con deleite, aunque nadie más se entere de lo que hace.

Quizá sea éste el signo más claro de su enorme presunción: anunciar a lo lejos la propia presencia a través de algún evento rimbombante, pero saberse tan atrayente para ni siquiera intentar mostrarse.

2 comentarios:

gabriela cantú westendarp dijo...

triste realidad, amiga.
un abrazso, g.

Aterrizaje dijo...

Dulce:
Qué bueno que soy Capitalino, aunque no me ofende lo que escribes. Nunca he comprendido por completo a los regios. Evito ver TV local en Monterrey y ni siquiera leo El Norte, aunque a veces hago análisis de contenido con sus respectivas metodologías de investigación orientadas a estudios culturales y los resultados son como han de esperarse.

Nadie o casi nadie se escapa de la agenda de medios que se le impone a los "telehogares" lo que los medios consideran importante, lo excitante, condenando el resto de los sistemas sociales de significación al "aburrimiento", medios de comunicación, sea radio, TV o prensa, donde los círculos de consagración se cierran a ostentar títulos que poco tienen que ver con el oficio como el "arquitecto" o el "reportero del aire", donde la noticia local es llevada a la pantalla con tono de chisme por una "Licenciada", mientras muchos somos más que licenciados y no necesitamos ostentarlo para adquirir credibilidad. La agenda de medios, en mi opinión es la eufemización del poder empresarial, para que el pueblo, la voluntad popular del contrato social no sienta tan feo o deje de percibir que poco a poco se nos está crucificando con temas que a pocos poeocupan y a muchos afectan como el precio de la gasolina, el estado policial y una realidad muy lejana a la constricción de los "profesionales" de la comunicación, egresados de licenciatura en "ciencias" que de científicos no tienen ninguna pizca, no lo digo yo, lo dice n los expertos en una amplia bibliografía que seguramente conoces y quecrudamente denuncia el rezago de los estudios culturales en México hasta la fecha.

Te recomiendo, aunque creo auque ya conoces, Radio Red en 1540 de Am o en http://www.redam.com.mx/ y olvidarnos de la televisión regia que minuto a minuto exhibe su profunda ignorancia de su "profesión".

También "Aires de Familia" de Monsiváis así como la obra de Bourdieu, García Canclini y muchos otros que no son cosa nueva para comunicólogos actualizados.

Un respetuoso saludo.