sábado, julio 3

Destrucción

Publicada en la columna Literespacio del periódico El Norte. Monterrey

No hay peor violencia que la de las fuerzas de la naturaleza ni mejor recordatorio de la fragilidad humana que un desastre natural.

Sin los medios de comunicación, que nos provocan sentirnos omnipotentes, nos transformamos en lo que somos en realidad: pequeños seres aislados, minúsculos ante el inmenso espacio sideral, y vulnerables en extremo.

Hace unos días veía en YouTube un video de un grupo de música indie. El grupo se llama The Arcade Fire Side, el nombre de la pieza es Haití y los intensos colores de las imágenes, el pintoresquismo de las calles y la gente, la alegría de una cultura brillante y encendida contrastaba con aquello que se grabó en nuestras mentes tras el terremoto que destruyó a aquel país y apagó el alma de una comunidad pobre, pero feliz, muy similar a la nuestra.

¿Pintoresquismo? En Monterrey nos sentimos de otra estirpe.

La Ciudad antes industrial y actualmente prestadora de servicios se desenvuelve con aires primermundistas y un estilo de vida cosmopolita que la aleja del resto del País, al menos en lo que a pretensiones se refiere. Sin embargo, bastan un par de días de lluvia para recuperar la humildad perdida.

De nada sirven nuestros gadgets, nuestras computadoras de última generación, nuestros flamantes carros, nuestros restaurantes de lujo, si las calles están destrozadas, los sistemas caídos, las casas inundadas.

La naturaleza es más destructora aun que el crimen organizado y suele recetarnos sus buenas dosis de realismo.

En estos días desastrosos para tantos regios, en medio del aislamiento y la parálisis general, no nos queda sino recordar que Monterrey es una Ciudad marcada por los desastres acuáticos.

Entre otras calamidades, está en nuestra historia la tragedia del Gilberto, en 1988, que marcó a mi generación, y aquella otra inundación legendaria, ocurrida en 1909, cuando la inefable fuerza de los elementos arrasó con los avances de la modernidad que Bernardo Reyes había procurado para nuestra ciudad.

Esperemos que Monterrey se recupere sin problemas de este nuevo desastre.

3 comentarios:

Dulce M González dijo...

Por supuesto Gillian, tienes mi autorización. Saludos

Unknown dijo...

Un fuerte abrazo, Dulce María. Buena pluma. Me da gusto saber que eres colaboradora del grupo editorial para el cual trabajo.

Dulce M González dijo...

Gracias de nuevo, Iván, saludos desde la trinchera